CAPÍTULO 33

—Sarah—, comienza con una advertencia en su voz, —te dije que nunca te escondieras de mí—.

Pero niego con la cabeza, porque no quiero oírlo. —Tus reglas ya no se aplican porque nunca se aplicaron a ti. Has estado mintiendo todo el tiempo, ocultando quién eres realmente en cada paso del camino—.

—No fue como-—

—Es sábado—, lo interrumpí. —Tienes lo que viniste a buscar. Ahora vete—.

—¿Qué?—

—Dejar.—

—Pero nosotros solo... Acabas de decir que eras mía. Mi jodido semen se está filtrando por tus muslos ahora mismo—.

—Eso se puede borrar. Tus mentiras no—.

Él se estremece. Bien.

Se levanta de la cama y da zancadas rápidas para alcanzarme. —Eres mía. Lo acabas de decir. Simplemente lo gemiste en mi oído—.

Doy un paso atrás. —Yo era tuyo. Ahora no lo soy y nunca lo seré. Tus mentiras se encargaron de eso—.

—Sarah, por favor. Si pudiéramos simplemente-—

—¡Dejar!— Grito. —Ahora.—

Un dolor absoluto cruza su rostro, pero lo ignoro y me alejo de él. Aunque sólo sea para que no vea la lágrima caye
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