Él me da lo que le rogué, golpeándome contra él. Aparto mis brazos de su cuello para sentarme y planto mis manos en sus piernas detrás de mí. Mi cabeza cae hacia atrás mientras rodeo mis caderas sobre él, mi cuerpo preparándose para la dicha que siento corriendo hacia mí. Un grito ahogado me deja cuando me golpea contra él una vez más, frotando contra mi clítoris. Se arquea hacia mí, golpeando un punto tan dulce que me desmorono con un gemido entrecortado de su nombre. Mi cuerpo siente como si el éxtasis inundara mis venas, enviando estrellas bailando detrás de mis párpados cerrados.
-Mírame-, exige en voz alta.
Mis ojos se abren de golpe y mi cabeza cae perezosamente hacia adelante.
-Ahí vamos, puta sucia.- Él gime y mis ojos se abren cuando me doy cuenta de que viene de nuevo. -Mira esos ojos, vidriosos por la mierda que te estoy dando. Me hiciste correrme en este coño dos veces-.
Quiero sonreír, pero Dios, estoy demasiado cansada. En lugar de eso, caigo sobre su pecho, sintiendo su