Me agarra la mano y me empuja hacia la habitación. Ni siquiera tengo la oportunidad de jadear porque su boca choca contra la mía, su lengua se desliza dentro de mi boca, exigiendo que le devuelva su beso salvaje. Y lo hago, agarrando su cabello para que no tenga más opción que besarme más fuerte. Su barba rasca mis mejillas de la mejor manera mientras sus manos comienzan a vagar por todos lados. En mis pechos un segundo, uno en mi coño al siguiente mientras el otro va a mi trasero, apretando mi nalga con tanta fuerza que rompo nuestro beso con un silbido.

Comienza a caminar hacia atrás, sus labios se mueven hacia mi cuello y sus dedos frotan mi clítoris en círculos ásperos.

—¿Te gustó estar ahí desnuda?— pregunta con dureza. —¿Tus pechos, tu coño en exhibición?—

—Sí—, respiro.

—¿Sientes lo jodidamente fuerte que me tienes?—

Puedo. Su polla está entre mis muslos, frotando contra las partes de mi coño que su mano no cubre.

—Contéstame—, espeta.

—Sí, lo siento—, jadeo, sus dos dedos empu