Capítulo 64. La regla de oro
Maximiliano, al ver ese collar en el cuello de Olivia, miró a su abuelo con furia. Ya que todos los presentes sabían que esa gargantilla era el símbolo que se entregaba a la nuera anfitriona de la familia.
De inmediato se acercó a su abuelo, conteniendo la rabia, y le dijo:
—Abuelo, lo que hizo estuvo muy mal. ¿Acaso quiere dar a entender a todos que no ha aceptado a Luciana como la anfitriona de esta familia? Esto no parece un gesto inocente, parece más bien una humillación directa hacia mi esposa.
En ese momento, Maximiliano estaba molesto hasta con su propia abuela, aunque esta ya estaba muerta. Pensaba en por qué ella no fue capaz de darle ese collar a Luciana cuando se casaron.
—Abuela… —se decía—, ¿no eras tú quien decía que querías tanto a Luciana y que era la única que aceptarías como señora de esta casa? ¿Entonces por qué no le diste esta insignia cuando aún vivías?
Maximiliano estaba furioso con todos, incluso consigo mismo. Porque, si era sincero, cuando se casó con Luciana