Capítulo 31. ¿tienes una hija?
Maximiliano había llevado a Luciana a una hermosa cabaña en las montañas. Era justo lo que ella necesitaba en ese momento: descansar en medio de ese paraíso escondido, donde se podía respirar aire puro.
Luciana estaba más que encantada con aquel sitio; tanto, que parecía una niña con juguete nuevo.
Maximiliano, al verla así de feliz, se dio cuenta de que él también lo era, solo con mirar la radiante sonrisa de su esposa. Y si eso no era amor, ¿entonces qué lo era?
Pensó que esta había sido la mejor decisión que había tomado. En el pasado, cuando su padre murió, se prometió no traer a nadie más a ese lugar tan especial, con tal de conservar intactos los recuerdos de él.
Ya que ese sitio había sido el favorito de sus padres. Aunque, un tiempo después de la muerte de la hermana gemela de su madre, su padre dejó de llevarla y comenzó a venir solo.
Nunca entendió por qué, durante los últimos años, su padre dejó de traer a su madre… Pero con el tiempo comprendió que aquella decisión se debí