Capítulo 145. Impostora
Después de que las autoridades se llevaron a Verenice, Luciana se acercó a Maximiliano y le preguntó:
—¿Estás bien?
Al ver que él no respondía, comenzó a darle palmaditas en la espalda mientras le decía:
—¿Por qué la entregaste a la policía ahora? Por lo menos la hubieses dejado hasta que terminara la cirugía de Mateo, ¿no lo crees?
Maximiliano la abrazó con fuerza y respondió:
—Porque no quiero que esa mujer les haga daño a ti o a mi hija.
Luego le mostró el informe que las autoridades le habían enviado. En él se confirmaba que alguien había cortado intencionalmente los frenos del vehículo, y esa persona no era otra que Verenice, quien quería verlo muerto para quedarse con toda su fortuna.
Maximiliano estaba destrozado, con los ojos llenos de lágrimas; sin embargo, no permitió que estas rodaran, pues se repetía que aquella mujer no merecía que él derramara ni una sola por ella.
—Cuando me vio con vida —continuó él—, en su mirada pude ver un odio profundo, y sentí miedo de que quisier