Capítulo 59. Una mente maquiavélica
Los dos manotazos que se escucharon sobre la mesa fueron de Maximiliano y de don Francisco, ambos visiblemente enojados por lo que acababa de decir Mateo.
Por su parte, Olivia, al escuchar a Mateo, se sintió satisfecha. Sabía que él no se quedaría callado, pero no esperaba que Max no captara las indirectas… ¿O era tanto el amor que sentía por Luciana que estaba dispuesto a aceptarla incluso con el hijo de otro hombre?
Lo que no entendía era por qué el anciano, que decía ser su abuelo, también estaba del lado de Luciana. ¿Acaso ya le habían hecho una prueba de ADN a la niña y lo habían confirmado? Ese pensamiento la estremeció. Si eso era cierto, estaba perdida. Ya que ese niño que llevaba en su vientre no le serviría de nada.
Maximiliano fue el primero en hablarle a su hermano y con la voz cargada de furia le dijo:
—¿De verdad crees que mi esposa es el tipo de mujer que acabas de describir? Solo espero que cuando conozcas a mi hija no te arrepientas de tus palabras… porque desde ahora