El rugido del motor del Ferrari se mezclaba con el latido acelerado del corazón de Leonardo.
Isabela yacía inconsciente en sus brazos, su respiración irregular y su piel fría al tacto.
La había sacado del almacén sin esperar un segundo más.
No le importaba nada.
Ni las súplicas de los secuestradores, ni las repercusiones de sus actos.
Solo Isabela.
Su esposa, su problema, su tormento…
Su prioridad.
Apretó los dientes con fuerza.
Tenía que resistir.
—No te atrevas a dejarme, Isabela. —susurró, sintiendo por primera vez en mucho tiempo un miedo real.
El miedo de perderla.
De perder algo que aún no terminaba de comprender.
---
Un teléfono que no paraba de sonar
El celular de Leonardo vibraba sin cesar en el asiento del copiloto.
"Camila"
El nombre parpadeaba en la pantalla una y otra vez.
Pero él no respondió.
No ahora.
No cuando Isabela estaba entre la vida y la muerte.
Maldita sea.
¿Cómo no lo vio antes?
¿Cómo no se dio cuenta de lo que realmente estaba pasando?
Su mandíbula se tensó m