10. Sombras en el bar
El bar estaba envuelto en un halo de humo y jazz, un rincón exclusivo de Madrid donde las luces tenues ocultaban secretos y las copas costaban más que un día de trabajo. Adrián entró con la mandíbula tensa, el mensaje anónimo quemándole el bolsillo: Reúnete conmigo. Bar El Espejo. 10 pm – C. Había dudado, pero la posibilidad de que Claudio estuviera detrás de la nota que destrozó a Lucía lo arrastró hasta allí. No podía ignorarlo. No ahora.
El lugar estaba lleno de rostros conocidos: empresarios, modelos, sombras de una vida que él dominaba. En una mesa al fondo, Claudio lo esperaba, con una copa de whisky en la mano y una sonrisa que no alcanzaba los ojos. Adrián se sentó sin saludar, su mirada afilada como un cuchillo. Sus dedos apretaron el borde de la mesa, el cuero de sus guantes crujiendo por la presión.
—Habla —dijo, su voz un filo que cortó el murmullo del bar.
Claudio se inclinó, bajando la voz, pero su tono tenía un brillo calculador, como si disfrutara del momento.
—Diego Ál