¡Olivia!
No sé qué me despertó, oír mi nombre o la bofetada. Por unmomento pienso en no abrir los ojos, la última vez que lohice desperté en el sótano. Pero los sonidos y el olor medicen que todavía estoy ahí, así que abrí los ojos.— ¡Por fin! —dice Liz.Estoy acostada en el suelo y cuando giré la cabeza vi a Ryanen el suelo. Rápidamente me levanté, pero solo para caerde vuelta mareada.— ¡Joder! — exclamé. Mi voz irreconocible, no ronca, peor.—Tranquila, esta inconsciente —dijo Sam.Las chicas siguen encerradas en las jaulas. Quiero preguntarqué diablo paso, pero unos golpes fuertes me lo impiden.Sarah está golpeando con el martillo la cerradura de lajaula. Cuento los golpes y al llegar a nueve la cerradura estácompletamente destrozada. Con la respiración entrecortadaespero a que Sarah empuje la puerta y cuando la abrelagrimas brotan en mis ojos.Sonreímos como tontas y Sarah le e