Ya en el coche y animada por el vino que había bebido, me atreví a seguir hablando con Mario de lo que me pareció la reunión preguntándole si le había gustado mis amigos, viendo por un momento como el me sonreia y de vez en cuando dejaba de mirar la carretera para mirarme a mi.
—- Creo Keira que has bebido demasiado — me dijo riendo.
—- Puede ser, pero estaba feliz de volver a ver a mis amigos —- respondí.
—- Me alegra de que te hayas divertido, cuando quieras volvemos a cenar con ellos — me comentó
Me alegré mucho de que mi futuro esposo hubiera acogido bien a mis amigos, estaba agradecida con él notando como mi corazón latía con mucho más fuerza. Al llegar a la casa, Mario aparco el coche en el garage, abriendo seguidamente mi puerta para que yo bajara de él, tropezandome por culpa de los tacones que llevaba, cogiéndome él en sus brazos para evitar que me callera al suelo. Nos quedamos los dos mirándonos dándome cuenta de cómo él iba acercando sus labios a los míos, pero cuando lo