Nos quedamos mirándonos los dos haciéndome sentir la calidez de su aliento en mi cara,
—- ¿Te negarias ahora a darme lo que tanto deseo de ti? — me pregunto.
El tono de su pregunta, muy lejos de ser duro me pareció que era algo conciliador, viendo en sus preciosos ojos cómo brillaban mientras él tenía en sus labios una media sonrisa, burlona y algo gamberra. Empujo mi cuerpo haciéndome caer en la cama poniendo sus manos en la cama pero a cada lado de mi cara parándose en la suficiente distancia para que yo me sintiera algo amenaza.
—- Como ya te he dicho, no tengo que ser paciente contigo, ¿pensabas que te ibas a proteger de mí esta noche? más vale Keira que no me tomes por imbécil, o te aseguro que sera peor para ti — me dijo
—- Señor O”Brien nunca lo tomaria por idiota, se que firme que debo obedecerle, pero le recuerdo que aun no estamos casados — le dije con la voz temblorosa.
—- Eso no me preocupa en realidad, desde que firmastes los documentos ya eres mía y puedo hacer contigo