Cuando Sofia llego a la Residencia lo primero que había observado fue a Ares que venía corriendo con pequeñas patitas hasta ella.
— Mi pequeño Ares, te he extrañado — Murmura Sofia cargando al pequeño gato en brazos.
— Señora ¿Cómo está el señor? — Ines también hizo acto de presencia.
— Buenos días Ines, esta muy bien, aunque necesita ayuda para movimientos durante quizás 48 horas, pero esta fuera de peligro.
— Me alegra mucho saber eso señora.
— Ines, no me digas Señora.— Sofia se sonroja.
— Pero es usted la esposa del Jefe y se merece llevar ese título, ninguna es como usted Señora.
— Ines, no exageres.
— No es exageración Señora ¿Quiere que le prepare algo para el desayuno — Justo en ese momento el Teléfono suena e Ines va a contestar — ¡Sí! Claro, en un momento se lo preparo.
Sofia observa con el ceño fruncido cuando Ines regresa.
— ¿Ocurre algo Ines? —Pregunta Sofia con cautela.
— No señora, vaya a darse un baño y le preparo el desayuno, me han ordenado que le prepare un buen ali