Camille
Las palabras de Leonardo me hieren más de lo que deseo admitir y que siempre desconfíe de mí es algo que no logro superar. Subo a mi habitación y desde una de las ventanas soy testigo de cómo lo sacan de mi casa, después me tumbo en mi cama, mientras lágrimas silenciosas se desbordan de mis ojos y me juro a mí misma que esta es la última vez que lloro por culpa suya, así como prometerme a mí misma que debo sacarlo de mi corazón porque sin saber cómo o en qué momento, Leonardo se coló en mi corazón.
Al día siguiente, me dirijo a la tienda y tal como lo esperaba, me encuentro con un Mario un tanto abatido, lo saludo como de costumbre y vamos a su oficina para platicar y aclarar las cosas.
—Cam, ¿cómo pudiste hacerme esto? —se queja con la mirada en el piso y con solo ese gesto hace que mi corazón se estruje—. ¿Por qué no me dijiste que serías la diseñadora de la supermodelo Alexa? Se supone que soy tu mejor amigo, y mira que guardar este secreto de mí —argumenta con un puchero.