Rous sintió un miedo calculador, su mente estaba procesando la información. ¿La descubrirían? ¿Caleb por fin descubrió la diferencia con su verdadera esposa? En ese instante todo se volvió un torbellino de dudas e intrigas que golpearon su interior sintiendo que se ahogaría en ese mar de mentiras que la comenzaba a arrastras a las profundidades.
—¿Cambio? —le preguntó con la mirada perdida en el fondo de su copa—. ¿A que tipo de cambios te refieres? Pero seguramente ahora que Caleb está presente creo que no tendrás problemas en que le haga saber que follamos en esa playa. ¿Oh sí? —añadió Rous del futuro con el tono amenazante y manipulador que acostumbraba.
Milán se quedó helado, sabía que si esa declaración salía a luz. Su vida estaría en inminente riesgo, pero astutamente le devolvió la declaración como balde de agua. —¡Considero que eso también te acarrearía serios inconvenientes! No por ser la esposa de Caleb, te dejaría sin un castigo.
—¡Entonces lo descubriremos muy pronto! —mur