Mi cabeza estaba vuelta un etcétera. Tenía tantas cosas encima que no sabía como había hecho para salir adelante.
Había decidido hacer la tarde benéfica el sábado de esa misma semana y no tenía nada listo. Pero al siguiente día de haber mandado las invitaciones comenzaron a llegarme correo de las personas que había invitado alegando que ofrecerían ciertas cosas para que la celebración se llevar a cabo.
Así que ya tenía el bufete de ese día y los encargados de servir, ya tenía las bebidas, las mesas y los asientos y la decoración.
Había sido un alivio, porque aunque tendría muchos beneficios iba a tener que usar del presupuesto actual para pagar todas esas cosas y ahora resultaba que la tarde benéfica también saldría por parte de ellos.
Y eso me hizo replantearme muchas cosas.
Muchos de ellos fueron voluntarios, muchos de ellos daban el dinero que se habían ganado a causas nobles como estas y claramente había juzgado a muchos de ellos mal.
Era difícil desprenderse de las cosas que tení