El cuero cabelludo de Teo se levantó. Dio un saltó para luego paralizarse - ¡vámonos! - Oliver empezó a correr. Teo fue tras él en modo automático.
-¡no dará tiempo, es muy lejos! - Edgar habló desde atrás. Teo paró de inmediato, su corazón latía en sus oídos.
-¡¿qué hacemos?! - Oliver estaba aún más nervioso.
-¡rápido, ponte en frente y cúbrelo! - Edgar tomó su hombro y lo empujó contra la pared. Luego se volteó.
Dos espaldas firmes, se irguieron como paredes, cubriendo el mayor espacio de lado derecho y