Los muros del grosor de un árbol se alzaban sobre sus cabezas. La entrada cubierta por una terraza sostenida por grandes columnas, dirigía a una puerta gruesa con una aldaba de bronce. Los dos tragaron saliva; mientras Oliver subió las gradas y sin dudar llamó. Un rotundo silencio llenó la noche. Los ojos de Teo y Edgar se abrían más con cada segundo, hasta el punto de que casi cayeron al suelo.
La solida construcción mitigó los sonidos; de tal manera que no se dieron cuenta cuando alguien llegó desde dentro y abrió - buenas noches - sonó una voz monótona. Proveniente de un hombre vestido pulcramente con un traje blanco y negro. Los escaneó a los tres.
-Buenas noches - Oliver fue el único que se atrevió a hablar - estamos buscando al señor Marcelo.
-Lo siento, pero mis órdenes son no dejarlo salir.-¿y tú qué eres?, ¿su perro? - Oliver rugió; sin embargo, su boca fue sellada cuando la mirada afilada se desvió hacia él.De pronto, una mano tocó el hombro de Teo. Edgar lo jaló, ampliando el espacio entre el mayordomo y ellos. Oliver los siguió - demos un poco de tiempo - susurró - no puede estar despierto toda la noche. Tiene que cansarse.-Sí - Oliver levantó el pulgar en medio de la junta de tres - si no se quita, lo golpearemos cuando baje la guardia - Edgar se llevó un dedo a los labios, indicándoles silencio. Luego, ambos fueron a los sillones y se desplomaron como si fueran parte de la familia - Oye, ve a traerme un vaso con agua - Oliver alzó
-¿Confiar en ti? - fue Oliver quien se animó a hablar. Sentado en el suelo; en tanto observaba la interacción con una ceja elevada - perdiste incluso a Marcelo que estaba ante tus narices - soltó un bufido - y ahora quieres que confiemos en ti - esa vez, Edgar no lo reprendió; puesto que estaba de acuerdo con sus palabras.Los puños de Ethan se apretaron, ladeó la cabeza; pero no le respondió. En cambio, regresó la atención a Teo. De pronto, pasos pesados se escucharon bajando de las escaleras cercanas a la puerta. Otro hombre bajó. Vestido de la misma manera que Ethan, su cuerpo grande forrado de un uniforme negro, portando un par de gruesas botas.-Debo irme - le echó un último vistazo - espérame aquí. Mantente seguro.
Fue ahí donde Teo se dio cuenta de su error - seremos un estorbo en tu trabajo, ¿verdad?.-tú no - señaló con la barbilla - sólo ellos.Sin embargo, su conversación fue tan sutil que nadie más podía escucharlos. Teo guardó silencio y siguió caminando entre las sombras. Las luces de las casas estaban apagadas; incluso la pequeña vivienda de Ernesto se camuflaba en la oscuridad. En el barrio bajo, casi todas las casas eran iguales. Del mismo color y el mismo aspecto; al menos, así era a los ojos de Teo.-Agáchate - escuchó el susurro. Ethan se movió a su espalda. Puso la mano en su cabeza y lo empujó.Los chicos, no tan idiotas, imitaron la postura del m
Los dedos de Teo se ensartaron en la madera. Temeroso, gateó hasta la orilla. Miró al suelo - me caeré - retrocedió un paso.-Apresúrate - la paciencia de Ethan estaba por acabarse; entonces Teo se lanzó con los ojos cerrados. El aire movió sus ropas, enfriando sus mejillas. Esperó estamparse contra el suelo; sin embargo unas fuertes manos lo detuvieron de las costillas. Firmes, sin doblegarse ante su peso - ¿así fue como escapaste de casa? - abrió los ojos y estiró las piernas para pararse.No respondió a la pregunta. Dado que en ese momento no pensó al saltar y la manera que cayó al suelo fue humillante. Giró la cara, ocultando el rubor. Luego, sintió que su mano fue apretada. La casa contraria no tenía puerta hacia el patio; en cambio, para e
Ethan, como si nada, regresó la atención al interior del sótano. Las manos de Teo temblaban, respiró profundamente antes de mirar de nuevo al interior. El tipo vació todos los botes en el suelo, a los pies de los viejos, formando un camino hasta el fuego. Mientras Oscar se dirigió a la entrada y desapareció en las gradas. El hombre estaba a punto de dejar caer la última gota sobre la fogata. Cuando, Marcelo, enojado gritó - ¡ya vasta!.Al mismo tiempo, se escuchó un quejido por el otro lado - ¡ah! - se oyó un ruido fuerte y más quejidos - ¡golpéalo… - Justo después, alguien cayó desde la cima de las gradas directo al suelo de abajo. Oscar se levantó de inmediato y corrió hacia el otro lado - ¡rápido!, ¡hay que escapar! - cuando iba a mitad del camino, agreg&o
-El fuego ya es muy intenso - los ojos de Ethan tenían una oscuridad profunda, comparada con la noche - el que entre ahí, no podrá salir - incluso su voz contenía una frialdad que Teo nunca había escuchado.De pronto, algo tronó. Como el sonido de un árbol rompiéndose. Luego, se escuchó el golpe de algo desplomarse - parece que el techo del sótano no pudo aguantar - La sangre de Teo se esfumó de su cuerpo, dejándolo helado - Es un problema menos - la voz del viejo era tranquila.Teo se giró - Debo suponer que esto fue un plan tuyo - su padre afirmó.El viejo sacó el aire, cansado - ¿a estas alturas te das cuenta?.-lo sospeché desde que no vi a tu fiel
La señora no se había dado cuenta que había más personas en su casa, olvidando los modales al ver a su esposo. Al girarse, el rubor le cubrió el rostro, contrastando con sus ojos dorados - Oh - se cubrió la boca, asombrada - ¿están heridos? - se paralizó por un momento al reconocer a los individuos.-Permítame revisarlos - Javier se adelantó.Oliver estaba acostado en un sofá, cubriéndose los ojos con un brazo, con un pie colgando; mientras el otro lo dejó doblado al borde. En el sofá contrario, Edgar se sentó lo más cómodo que pudo; aunque su rostro estaba desfigurado, aún se podía distinguir. Javier se acercó al que se miraba más grave - Dime dónde estas herido.
Edgar bufó - eres un cobarde - agregó por lo bajo.-¡tú… - Quiso discutir; pero se contuvo - regresemos. Necesito recuperarme de esta noche. Me duele la cabeza - cojeó hasta la puerta.Teo abrió con las llaves que aún no había devuelto, para luego dejar salir primero a los de atrás. Mientras cerraba, Ethan se adelantó; puesto que ya sabía la dirección de Edgar. La puerta chasqueó, luego, escuchó cerca de su oído - ¿sabes algo? - Oliver observaba a los hombres que se alejaban, con una mirada poco amistosa. Era más como si estuviera resentido - adivina con quién está saliendo.-¿saliendo? - el peso extra lo hizo tambalearse a un lado.