Abril está tan agradecida con el hombre que, no tuvo el valor para enviarlo fuera de la cama. Cuando miró que su respiración era pausada supo que estaba dormido. Le acarició el rostro como acto de agradecimiento y cerró sus ojos con la esperanza de que su pie mejore y poder volver a la empresa y continuar con su vida sin Alejandro.
A la mañana siguiente se despertó cuando un delicioso olor invadió sus fosas nasales. Allí estaba él, de pie junto a la cama y sosteniendo una bandeja con desayuno repleto de frutas silvestres. Lo primero que le llamó la atención fueron las fresas, ella las amaba pero casi nunca se daba el gusto de comprarlas por temor a no llegar a fin de mes con su sueldo.
—¿Aun no te has ido?— Cuestionó con sus ojos adormitados.
—¿Quieres que me vaya? Insistes mucho en ese tema.
Antes de que continúes interrogándome deberías comer.
Ella muy emocionada tomó la bandeja y en cuestión de minutos devoró todo lo que contenía junto a un vaso de jugo.
—Parece que lo que más te g