El silencio se propaga, los ojos de Magnus reflejan pena, ira, amargura, pasado.
— El maldito trabajador no dudo en dispararle a la hermana de mi compañera, vi su cuerpo sin vida tendido a la entrada de la cabaña, y dentro, Lorenzo forcejeaba con el bandido, no lo pensé, el instinto me llevo a proteger a mi hembra y cachorros, me fui sobre él pidiéndole a Lorenzo que cuidara de Natalia y él como un buen amigo lo hizo, fue solo unos segundos, mi mano se convirtió en garra, sin preocuparme en que le diría al alguacil cuando viniera por el cuerpo del maldito, parecía demasiado fácil, pero no lo era, antes de que su vida se apagara, ese malviviente disparo una vez más, mis ojos de lobo me ayudaron a procesar todo con una increíble lentitud, el último suspiro del traidor, mientras la bala viajaba directo a la cabeza de Natalia, entonces, Lorenzo la cubrió, como si él también lo hubiera visto, se desplomo casi en simultaneo a cuando quite mi garra del pecho del malhechor. — un suspiro pesado sale de mi jefe, como si el alma le pesara, la vida en general. — Natalia estaba viva, pero Lorenzo. — su cabeza se mueve en una leve e inconsciente negación. — “Tu compañera está a salvo amigo, cuida a tus cachorros.” Fue lo último que dijo… — sus ojos se empañan, jamás imagine que Magnus guardara tanto aprecio a un humano, aunque lo comprendo, lo que hizo fue heroico. — Con una puta sonrisa en el rostro ¿puedes creerlo? Yo era el lobo, yo era el que sanaba con rapidez y resulto ser un humano el que dio su último aliento por mi compañera. — se toma un tiempo para rellenar los vasos y ahora somos dos los que bebemos en sincronía, como si su historia fuese la mía. — Pero todo el estrés del momento adelanto el parto de mis cachorros, Natalia lloraba y gritaba y no podía tranquilizarla, sin esperar a que la ayuda llegara la cargué en mi camioneta y fuimos al pueblo, el viaje se me hizo aún más largo, aun así, me aferraba a que ya nada malo podía pasar porque ella estaba conmigo, pero me equivocaba, el parto se complicó… y los perdí, en un día, perdí todo lo que podria traerme felicidad, paz, tranquilidad.
— Eso… ¿no pudieron hacer nada? — la pregunta más estúpida sale de mis labios, y Magnus solo niega con la cabeza.
— Lo intentaron, se los exigí, no culpo a los doctores, me culpo a mí.
— Magnus…
— Ella era humana, Malakai, debí cuidarla más, si tan solo hubiera almorzado. — con pena comprendo porque Magnus es tan estricto a la hora del almuerzo, un recordatorio constante de lo que debió haber hecho. — Dure como humano el tiempo que me llevo darle sepultura a mi familia, y en ello incluyo a Lorenzo, era un buen amigo, un hermano que estaba solo, quizás por ello no le importo saber que era un lobo, lo tomo como algo… natural, una nueva especie dijo él, aunque sabemos que nosotros estamos desde antes que los humanos, pero no lo contradije, ese día perdí todo, por lo que cedi el control de mi ser al animal que llevo dentro, fueron meses en los que nadie supo de mí y de no ser por Nilda, que se aseguró de decir que estaba transitando el luto lejos del rancho, hubiera perdido todo, le estaré agradecido por toda la eternidad, apenas era una jovencita de 20 años, pero supo manejar todo. — bien, eso despeja otra incógnita, la razón por la que no corre a Nilda.
— ¿Qué fue lo que te llevo a regresar? — indago, no solo por saber más de él o cómo manejar el dolor de estar solo por siempre, también porque no me olvido de la humana que ahora descansa en la cabaña grande.
— En algún momento mi lobo decidió regresar al rancho… cerca de las tumbas de Natalia y Lorenzo, creo que estaba listo para morir, y entonces vi a una humana, estaba parada frente a la tumba de Lorenzo… era la madre de Natalie, no se veía dolida por estar frente a su sepultura, más parecía molesta y cuando la escuche lo comprendí, “El primer vaquero decente con el que folló, y resulta que estas muerto ¿Qué hare ahora con tu hija?” — y cuando recito aquello, comprendo todo, aun así Magnus continua. — Algo se agito en mi interior, si esa mujer decía la verdad, la hija de mi amigo estaba desamparada, a la deriva con una madre que… con solo verla sabias que no hacía nada bueno, más teniendo en cuenta que tenía un vientre de embarazo a punto de explotar y recién ahora aparecía a buscar a Lorenzo, pude llegar a la cabaña y tome mi forma humana, era un desastre, más parecía un despojo humano que el dueño del rancho más grande de Montana, de inmediato mande a un trabajador por la mujer, pensaba contarle que tan heroico fue Lorenzo, decirle que me haría cargo de ella y su hija a modo de resarcimiento, pero cuando la tuve en frente. — Magnus no solo niega con la cabeza, su nariz se contrae con repugnancia. — Olía a codicia, olía como el maldito que mato a Lorenzo, y solo le ofrecí trabajo como cocinera, pues no sabía si el bebé que esperaba era de mi amigo, tal vez era todo una treta, quizás sabía que Lorenzo había muerto protegiendo a mi esposa y lo único que buscaba era dinero, después de todo, eso hacen la mayoría de los humanos, codician lo ajeno, y buscan su bienestar y fortuna con el menor esfuerzo. — la botella se termina cuando Magnus rellena los vasos por tercera vez, somos buenos resistiendo al alcohol, pero esto esta fuerte, aun así, no es suficiente para embriagarme. — No tuve que esperar mucho, solo una noche, en la mañana siguiente los gritos de Teresa me alertaron, Nilda fue por una partera al rancho vecino, pero sabía que no llegaría a tiempo, había visto lo rápido que se había desarrollado el parto de mi compañera, por lo que solo le ordene recostarse, allí mismo, en el suelo de la cocina, una cabeza se hizo presente entre las piernas de Teresa, sus gritos eran molestos, pero pude mantener la calma en lo único que importaba, esa bebé, Teresa apenas aguanto consiente que saliera la cabeza, y no me quedo más remedio que jalar, el llanto de esa pequeña cosa no se hizo esperar. — sonreía, el Alpha sonreía, aunque acababa de recordar la muerte de su compañera y no me quedo más que maravillarme por ello. — Y cuando la olí, supe que era hija de Lorenzo, tenía una deuda eterna con esa bebé que de pronto comenzó a ponerse pálida, mis sentidos me decían que debía cortar el cordón umbilical, y lo hice… con mis dientes. — mis ojos se abren con sorpresa.
— Tu… eso… — no es por la bebida, es el asombro el que no me deja hablar con claridad.
— Es lo que hacen los lobos en las manadas no solo para reconocer a sus hijos, también para asegurarse que su saliva ingrese al cordón y fortalezcan al cachorro. Si, ese día para mi lobo, esa era mi cachorra, una pulga que cargaría por siempre sobre mi pelaje porque significaba que ya no podria morir, no hasta que ella este establecida y a salvo, con un buen compañero, para cuando Teresa despertó, ya le había dado hasta un nombre a su hija, pensé que se enfadaría, pero le dio lo mismo, podía saber que no la queria, para Teresa Natalie era una herramienta para atrapar a un buen hombre que la mantuviera, y ahora que Lorenzo estaba muerto, no le servía, aun así, se la quedo, y yo me las quede a ambas, contrate a Teresa como cocinera, lo que fue un calvario, ya que no lo hacía bien, pero al menos podía cuidar a mi pulga. — su pulga, hasta la voz del jefe se suaviza al hablar de ella. — Pero un día se cansó de follar a los trabajadores, se dio cuenta que ninguno de ellos la tomaría como esposa, nadie en Montana lo haría, la fama de Teresa le llevaba ventaja, y solo se fue, no pude retenerla y sentí que enloquecería, hasta que mi lobo me aseguro de que esperara, que nuestra cachorra regresaría, porque ella sabía que este era su hogar.
— Y al fin lo hizo. — aseguro feliz de que Magnus tenga a la razón de continuar vivo de regreso en casa.
— Lo hizo. — asegura con un gruñido que hace temblar la cristalería del bar.
— ¿Qué va mal?
— Todo, absolutamente todo, Teresa no supo cuidarla, pero eso no debería asombrarme, y el que yo fallara tampoco.
— No has fallado…
— Lo hice, le falle a Lorenzo, le falle a mi lobo, le falle a Natalie.
— No comprendo…
— Ella regreso porque la rompieron, su madre, el nefasto de su exesposo, ese maldito hijo de puta, me asegurare de arrancar su cabeza. — los ojos de Magnus brillan con sed de sangre, no se quien sea el pobre diablo que molesto a Natalie, pero estoy seguro de que deseará morir rápido si algún día Magnus lo encuentra y claro que lo hará, tiene los medios para ello. — Pero eso ahora no es lo importante, lo único que importa es que mi pulga regreso, y yo me encargare de que se quede aquí, alimentare cada sueño que tenga hasta que lo haga realidad y tú me ayudaras.
— ¿Yo?
— Tú serás el responsable de su bienestar. — mi quijada se abre, jamás creí que me pediría tal cosa.
— ¿Cómo una niñera? — preguntó quizás más molesto de lo que debería.
— Como lo que eres, mi segundo al mando, te darás a la tarea de informar a cada lobo del rancho que tienen prohibido acercarse a ella, así sea mirarla, no le hablarán a no ser que sea ella quien les hable, no podrán respirar su aire si ella así lo desea.
— Creo que estas exagerando un poco… — Magnus estrella su vaso contra una pared y yo solo quedo en silencio.
— ¿Con cuantas humanas has tratado fuera de la cama Malakai? — su pregunta me toma desprevenido y me hace pensar.
— Con ninguna. — reconozco finalmente, se podria decir que de vez en cuando follo a una que otra mujer que busca alguna aventura que contarle a sus amigos, pero nunca me quedo al después del sexo.
— Las humanas suelen ser vulnerables y manipulables cuando estan solas, heridas y confundidas, como un pequeño bote queda a merced de la suerte cuando lo atrapa una tormenta en mar abierto, las humanas son así con los hombres cuando estan heridas, y no pienso permitir que algún lobo quiera probar su suerte con ella.
— Lo comprendo.
— No lo haces, porque tú nunca has fallado, y espero que esta no sea tu primera vez, o te matare.
Definitivamente Natalie vino a poner al rancho de cabeza.