Capítulo 4.

Algo en mi interior me impulsaba a ir a la casa grande y enterarme que carajos fue eso ¿desde cuándo Magnus daba abrazos? No, mejor aún ¿desde cuándo Magnus abrazaba a humanas? Aunque si debía pensar en frio, la pregunta era, ¿desde cuándo me importaba lo que sucediera si no me relacionaba directamente? ¿en qué momento me convertí en un chismoso?

— Mejor muevan sus traseros y… — mi orden fue ignorada, ante el pequeño grupo de obreros que balbuceaba lo que para mí eran incoherencias.

— El jefe la llamo hija. — dijo con asombro un trabajador y casi caigo de la valla del picadero.

— Le dijo pulga. — aseguro otro aún más sorprendido y eso me confundió, si un lobo nombra a alguien como pulga, es porque es un gran problema.

— ¿De qué van ustedes y su revuelo? — indago como si realmente no me interesara.

— No lo vas a creer Malakai, una humana llego al rancho… — comenzó a explicar el más joven de los seis.

— Sí, creo que todos lo vimos. — mi comentario hace reír al pequeño grupo.

— Llamo al jefe cual humano llama a un perro. — un gruñido involuntario sale de mí, y no es para menos, Magnus no solo es mi jefe, igual que sea mi padre, pero sobre todo es mi Alpha.

— Retráctate. — le ordeno y ante mi voz de mando el muchacho baja la cabeza, si bien soy un Alpha, bien podria ser el beta del jefe.

— Lo siento, pero si fue así, ella silbo y el jefe salió. — afirma aun con la cabeza baja.

— Salió y sonrió. — agrega otro y yo me perdí tal acontecimiento, maldición.

— La llamo pulga, luego Natalie y finalmente hija. — definitivamente debería haber estado allí.

— Magnus no tiene hijos. — afirmo lo que todo el mundo sabe.

— Lo sabemos, aun así, cuando la humana le dijo “Tenías razón Magnus, el mundo está lleno de cazadores.” El jefe casi pierde el control, vi sus ojos cambiar. — ante tal afirmación, no soy el único que esta con la boca abierta, Magnus tiene el mayor control sobre su lobo, incluso cuando lo desafían por el poder, solo se transforma como última opción, pues al no tener su compañera, sabe muy bien que podria perder su humanidad si a su lobo le da por recordarla justo en ese momento, el dolor sería tan grande que no podria regresar a su forma humana. — Lo juro por dios, él solo se contuvo cuando ella le aseguro que aun así ella gano.

— ¿Qué cosa gano? — ¿Qué m****a me importa? Me grita mi cerebro.

— Pues ella…

— No me interesa y a ninguno de ustedes. — no, definitivamente matare este instinto de vieja cotilla que de seguro surgió por estos metiches chismosos. — Si es algo que afecte al rancho Magnus lo dirá, de lo contrario, aquí no paso nada, ahora ¡a trabajar!

Di la orden y me obligue a cumplirla, aun cuando luego de un momento vi a Nilda sacar las cosas del automóvil y llevarla a la cabaña grande, la inquietud regreso, eso quiere decir que esa mujer se quedara, ¿Por qué? ¿quién es?

Trato de mantener mi cabeza ocupada, ni siquiera le pregunto a Carl que fue lo que sucedió, y él por supuesto que no suelta prenda, somos los hombres de confianza de Magnus, si tuviera una hija lo sabría… ¿verdad?

Una maldición escapa de mis labios, el nerviosismo en mi interior jamás lo había sentido, es ridículo, aunque es razonable a la vez, mientras esa mujer este aquí no podremos transformarnos, al menos no cerca del rancho, deberemos ir a pie o camioneta mejor dicho, lo más lejos posible, peligrando a la vez que esa mujer sospeche por la alta actividad vehicular a deshora, porque definitivamente será así, somos muchos, casi cuarenta hombres lobos, que si no gastan su energía sobrante follando o peleando, deben soltar a su lobo, cosa que pasa casi todos las noches y no somos dos o tres, somos la mayoría, sí, yo soy uno de los primeros en explotar… maldición, explotar, si alguna pelea se desata entre los trabajadores… definitivamente que dos o más lobos salgan de la nada y peleen en medio del rancho y que ninguno de nosotros le dispare, le parecerá raro.

Mi cabeza estaba proyectando los mil y un problemas que definitivamente tendremos si esa humana se queda aquí, pero Carl me informo que Magnus queria verme y hacia la casona del jefe me dirigí, mentiría si dijera que fui a paso lento, claro que no, casi corrí y me podrían hacer una mamada el que pensara que era lameculos.

Lo primero que noto al ingresar en la casona, son las hormonas que Nilda libera para llamar mi atención, casi me asfixia.

— Por favor, Nilda, ya lo hablamos. — un leve gruñido sale de mis labios, maldición, no hay nada peor en el mundo que una loba cachonda que no acepta un no.

— Lo has dicho, lo hablamos, no dirías lo mismo si me probaras. — ¿algo que me cause asco en la vida? Las mujeres que caen tan bajo como para rogar que las follen.

— Te puedo asegurar que hay cuarenta lobos allí fuera que estarían más que felices de pasar un buen rato contigo. — Nilda gruñe ante mi respuesta.

— Ellos estan contaminados, no son como tú.

— ¿Contaminados?

— Ellos han follado con humanas. — sí, claro, no hay nada peor para una loba que un lobo folle a una humana, es igual para nosotros, no es por ser presumidos, pero nosotros si damos todo, es como si alguien cambiara un Rolex por un Casio.

— Y yo no follo con empleadas del rancho. — rebató con seriedad.

— Soy la única mujer en el rancho y sabes que me doy a respetar. — lo dudo, al menos conmigo, eres una perra alzada, lo pienso mas no lo digo.

— Por eso, no pasara. — gracias a dios Magnus aparece y con una mirada manda a volar a la loba.

— Lo siento, creo que su edad madura para preñarse la está afectando, no comprendo porque no sale a buscar a su compañero. — Magnus es muy considerado, fuera mi empleada ya la habría corrido, se cree que no lo sé, pero también se le ofrece al jefe, y luego se queja de que los demás no son puros, me da risa.

— Toma asiento. — que Magnus me guiara a su oficina no me extraña, está aislada e insonorizada, creo que en el fondo no confía en Nilda y una vez más me pregunto porque no la ha despedido aun, lo que si me extraña es que me pida que me siente.

— ¿Sucede algo?

— No lo sé, dímelo tu. — nos encaramos en silencio, hasta que Magnus al fin habla. — Sé que soy el cotilleo de todo el rancho. — suelta finalmente, pensé que eso lo enfadaría, pero Magnus solo sonríe.

— Si, ya les dije que cerraran sus hocicos, a ellos no les incumbe que parentesco tengas con la humana… — muerdo mi lengua cuando Magnus gruñe, ¿el jefe me gruñe?

— No la llames así. — me ordena con voz profunda y mi lobo se inquieta.

— Pero, es humana. — tal vez el olfato de Carl esta jodido y es una loba y si es la hija de Magnus.

— Lo sé, pero ella es mi pulga. — sus ojos, sus malditos ojos brillan con diversión, no puede ser.

— ¿Pulga? — otro gruñido y ahora si estoy nervioso.

— Solo yo le puedo decir pulga, para ti y los demás es Natalie. — la humana tiene nombre, un lindo nombre.

— Natalie. — repito como probándolo en mi lengua… ¿de dónde cojones salió esa cursilería? — Lo tengo.

— No, no lo tienes y dudo que lo comprendas. — me remuevo incomodo por la seriedad de sus palabras. — Ella es la dueña de todo esto. — y luego de eso, me extiende un vaso de whisky, que tomo más que agradecido, necesitando algo fuerte que me haga ver que esto no es un delirio.

— ¿Del rancho? — indago con cautela.

— Del rancho, de mí, de todo.

— ¿Ella es tu compañera? — la cara de pocos amigos de Magnus es mi respuesta.

— Claro que no, pero… recuerdas que una vez me preguntaste ¿Cómo hacia para seguir vivo sin mi compañera? — asiento, porque si algo es sabido por todos, es que debes tener una gran fuerza de voluntad y muchas ganas de vivir, para mantenerte de pie luego de perder a quien el destino te dio para amar. — La respuesta es Natalie. — aguardo en silencio, mientras Magnus se pierde en su mente, lo sé, por como sus ojos se opacan. — Hubo un tiempo en el cual este rancho no solo aceptaba lobos, los humanos también eran útiles, confiables. — asiento con la cabeza, pues lo suponía, Magnus debió empezar desde cero y este lugar necesitaba muchas manos, no siempre fue conocido como el rancho para lobos, como lo llamaban en las manadas. — Entonces conocí a un buen hombre, servicial, siempre dispuesto a defender al más débil, esos humanos que marcan la diferencia, Lorenzo Lufyn, trabajaba aquí, pero vivía en el pueblo, y un día al fin acepté el ir al bar Britty´s, la estábamos pasando bien, él bebía y yo estaba a punto de ir a la cama con una rubia muy coqueta. — no puedo evitar sonreír ante sus palabras, lobo astuto. — Entonces él se despidió y segundos después una revuelta se armó fuera, era el único que oía sobre la música, entonces lo vi siendo golpeado por tres hombres, y todo por defender a una hermosa mujer que se había mudado hacia menos de una semana al pueblo. — el suspiro de Magnus me deja en claro que Lorenzo salvo a su compañera. — Lo supe de inmediato, apenas olfateé cerca de ella, esa noche Lorenzo salvo a mi compañera de ser atacada, y gracias a eso, pude conocer a Natalia, una humana. — si no hubiera dejado el vaso en la mesa, juro que se me hubiera caído. — Entenderás que en poco tiempo la tuve aquí, en el rancho, fue un tiempo feliz, Lorenzo era nuestro amigo y mano derecha, fue un año maravilloso. — un año, solo un año, ¿eso es lo que tuvo de felicidad? — Natalia siempre me acompañaba a hacer las diligencias, pero ese día estaba hambrienta, estaba esperando nuestra primer camada de cachorros, entonces me pidió que almorcemos y luego iríamos, pero siempre fui terco, estúpido, ella no comprendía que al ser lobo podía pasar más de tres días sin comer, y yo no entendía que ella solo se preocupaba por mí, sin importarle lo que fuera, entonces le dije que almorzara sola, debía llevar el dinero que había conseguido por la venta de unas cabezas de ganado al banco y la deje sola. — Magnus llena mi vaso y no se me pasa por alto que repleta el de él, mucho más que dos dedos, hasta el tope, para ser preciso y lo bebe como si de agua se tratara. — Un empleado me llamo a mitad de camino, ordenándome que regresara con el dinero de la venta de ganado o mi esposa moriría, un humano, uno que no era como Lorenzo. — un suspiro entrecortado sale de sus labios y aunque sé que algo salió mal, aun así, mi corazón se acelera. — Regresé lo más rápido que pude, pero fue tarde, la hermana de Natalia había venido de visita, y al encontrar a su hermana maniatada, alerto a los demás, entonces todo se complicó, en ese entonces solo había dos lobos aquí, pero no fueron ellos los que llegaron primero aquí, fue Lorenzo, humano tonto, pensó que, si pudo con tres en el bar, podria con uno, salvo que este estaba armado.

Quince años llevaba aquí, casi la mitad de mi vida, y solo por la aparición de Natalie, es que Magnus me está contando no solo su vida, también el secreto del mantenerse vivo luego de perder a su compañera.

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