Natalie despertó sola, y un pinchazo en su corazón amenazo con quitarle el aire, deseaba que Malakai apareciera de pronto y la envolviera con su presencia.
— ¿Malakai? — Su voz temblaba ligeramente, llena de anhelo y duda, ¿nuevamente la había solo follado y dejado sola como aquella primera vez? Estaba a punto de llorar por ser una ilusa, estúpida, pero de repente, la figura del vaquero se materializó en el umbral de la puerta, y Natalie se sintió dividida entre la alegría y la desconfianza, ¿era real lo que veía o solo una ilusión en su mente?
— Aquí estoy — dijo Malakai con una sonrisa suave, su voz cargada de cariño. — Disculpa por dejarte sola, es solo que recordé que el caldo de verduras y res te gusta y me fui a preparar uno. Debes alimentarte — explicó con una despreocupación que no parecía coincidir con la intensidad de la mirada de Natalie. El corazón de la castaña se aceleró al escuchar sus palabras, y se sintió invadida por una mezcla de emociones contradictorias. ¿Era rea