Robando los secretos del CEO
Robando los secretos del CEO
Por: NatsZ
Capítulo Zero

El sueño de la joven Úrsula Narváez siempre fue brillar como una estrella, en lo más alto del mundo del cine, la televisión o el teatro, pero como suele ocurrir, toda heroína tiene un enemigo y todo sueño se enfrenta a la dura realidad cuando se despierta.

Quien despertó a Úrsula fue un siniestro y codicioso hombre apodado "Dedos de oro", un afamado director y productor de cine que convertía en oro todo lo que tocaba, de ahí su creativo apodo. El problema fue que quiso tocarla a ella y acabó recibiendo un potente puñetazo cuando sus ávidos dedos de oro se colaron bajo su falda.

"¿Acaso no sabes cómo funciona este mundo, querida? Nadie te contratará jamás si yo lo digo, hoy has sepultado tu carrera de actuación para siempre".

No conforme, Úrsula le dio una patada en la entrepierna, subestimando el poder de las malignas influencias del hombre, que se extendían como raíces por toda la industria del espectáculo.

"Lo siento, Úrsula, estamos buscando a alguien que sea más alta".

"¡Puedo usar tacones!"

"Lo siento, necesitamos a alguien más baja".

"¡Me encorvaré!"

"Necesitamos a una persona más morena"

"¡Iré al solarium!"

"No calzas con el perfil que buscamos, eres demasiado bonita".

"Así me hizo Dios, no puedo evitarlo".

Día tras día, audición tras audición, las excusas para rechazarla se multiplicaban y el dinero se acababa. Y su hermano menor, que había quedado discapacitado tras un accidente en motocicleta, tampoco ayudaba mucho, pues buscaba consuelo a su padecimiento en el alcohol, las mujeres y el juego, gastándose el poco dinero que les quedaba de la herencia de sus padres.

Tarde o temprano sus malas decisiones los llevarían a la ruina y eso ocurrió una tarde de verano.

—¡¿Nos robaron?! —preguntó Úrsula al volver de su trabajo temporal de mesera y encontrar la casa completamente vacía.

—No, hermana, fueron los prestamistas. ¡Les dije que les pagaría, pero no me creyeron!

Pedro se los venía diciendo desde hacía varios meses sin soltarles ni un peso.

—¡Se llevaron hasta el ánfora con las cenizas de la abuela! —exclamó Úrsula, con desesperación.

—¡Son desalmados! Nos dieron una semana o venderán todo y botarán a la abuela a la basura.

Destrozados, los hermanos se abrazaron. Pedro estaba sentado en el suelo, también le habían quitado su silla de ruedas. Úrsula lloró amargamente ante tanta crueldad.

—Al menos todavía tenemos la casa, no nos hemos atrasado con la renta —se consoló ella.

—¡Ay, hermana! Me gasté el dinero en lentes de realidad virtual. ¡Es que deseaba saber cómo se sentía volver a caminar, a correr, a nadar con tiburones! ¡Nos quedaremos en la calle!

Como hermana mayor, Úrsula no podía perder la calma y, aunque estaban desesperados, se negó tajantemente a la idea de su hermano de robar un banco. Ella era talentosa, alguien honesto debía haber en el mundo que valorara su talento y le diera un trabajo pese a estar en la lista negra de "Dedos de oro", así que en cuanto leyó el anuncio en la web de empleos, no dudó en presentarse.

"Se busca mujer de buena apariencia, con talentos actorales y discreción, para trabajo a tiempo completo en empresa privada. Renta a convenir".

Si Úrsula hubiera sabido en el embrollo que estaba por meterse, habría preferido robar el banco. 

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