La niña se quedó impávida por unos segundos, después se paró del banco y comenzó a llorar.
—Clalo que no mami, ¿qué dices? Mi papi es mi Malino, solo mi Malino, más nadieee—gritó llorando—¡teno a mi manita tala, mis tios y mi movio!—exclamó histérica, roja de la rabia—se acercó a Ricardo y comenzó a golpearlo con sus manos—. No eles mi papá, tú no, solo mi Malino, ¡es mío! ¡Yo lo amo! —Aun cuando estaban alejados algunas personas pasaban y veían la escena que se estaba desarrollando.
Ricardo la levantó del suelo y le dijo:—Marino no es nada tuyo, como tampoco ya lo será de tu madre, ella será mi esposa y tú eres mi hija—habló con firmeza.
—¡No! ¡No! —gritaba la ni&ntil