VICTORIA
Abrí los ojos con lentitud. Tenía los párpados pesados. El techo de madera me daba la bienvenida con su calidez, y mis ojos recorrieron las paredes de piedra que envolvían la habitación. Estaba envuelta en gruesas mantas, cálida… pero ni todo ese abrigo podía sofocar el dolor que me consumía por dentro.
Tristán.
El recuerdo me hirvió bajo la piel.
Intenté moverme. El cuerpo entero me dolía. Me quité la manta con esfuerzo y me senté en la cama. El mareo fue inmediato, pero logré resistirlo. Mi muslo estaba vendado y sangraba ligeramente por el esfuerzo. La visión de la sangre me devolvió la m