Capítulo 94 — Depredadores en el bosque
Los ladridos de los perros de caza resonaban a lo lejos, frenéticos y ansiosos, marcando el ritmo de una jornada que, para los observadores casuales, no era más que una tradición aristocrática. Sin embargo, bajo la superficie de caballerosidad y deporte, se libraba una cacería muy distinta. Allí, entre robles centenarios y senderos cubiertos de escarcha, los hombres no solo buscaban presas animales; buscaban verdades, alianzas y debilidades.
El conde de Derby cabalgaba en la retaguardia, con una postura relajada que desmentía su edad. Desde su posición privilegiada lo observaba todo. Conocía a cada uno de los hombres presentes, sus linajes, sus fortunas y, lo más importante, sus carencias. Veía la tensión en los hombros del marqués de Northfolk, la ansiedad apenas disimulada de Esteban Neville y la calculada arrogancia del recién llegado, el señor Harrison. Era un viejo pícaro, sí, pero un pícaro sabio que sabía que el bosque, con sus sombras y