Capítulo 45 — Un nuevo pretendiente
En los invernaderos de la residencia Derby, la señorita Virginia Herbert y la señorita Clara Rotten caminaban entre los senderos cubiertos de cristales empañados por el rocío. Las plantas florecían con una viveza que parecía reflejar el estado de ánimo de ambas, sereno y alegre después de los días tan cargados de emociones que habían tenido.
— Las fresas están preciosas, nunca antes había visto unas tan grandes —comentó Clara, inclinándose para observar los frutos rojos que asomaban entre las hojas verdes—. ¿Has visto qué color tan perfecto tienen?
Virginia sonrió, con ese brillo en los ojos que la hacía parecer aún más dulce que los frutos que contemplaba.
— Son mi debilidad, lo sabes. Le pediré a la cocinera que prepare un pastel con ellas. Quizás con un poco de crema batida.
— O con vino dulce, como hacen en Francia —añadió Clara con una risita traviesa.
Ambas reían, ajenas por un instante al peso de las expectativas sociales y a los pensamientos