**Capítulo 150** La diosa y su salvaje.
Cada hendidura del cuerpo de Cloe, se estiraba para darle cabida, enfundándolo como un guante hecho a medida. No había forma de ignorar lo bien que se ajustaban el uno al otro.
Ethan se detuvo, afirmando una mano en la cadera de su amada y la otra en su hombro. Mientras su pecho se elevaba y se hundía con grandes rugidos contra su espalda.
Ella dirigió su atención hacia los temblorosos muslos de él. Sintiendo que se estaba partiendo en dos y parecía que a él le pasaba lo mismo.
El olor tentador de sus pieles inundaba el aire que los rodeaba y se unía al del incienso que perfumaba ese espacio.
Ethan metió la mano por debajo de ella, frotándole el clítoris con aquellos enloquecedores círculos a la vez que la penetraba con embestidas largas y acompasadas.
La sensación que Cloe estaba viviendo era increíble: notar cómo se estiraba, se encogía. Como aquellas manos apretaban sus caderas y como aquellos labios succionaban su piel sin que las bombeadas con precisiones expertas se detuvier