—Señora Han-... —Trate de hablar, vaya que la cara se me caía de la vergüenza al ser conocedora ahora de que mi suegra conoce ciertos acontecimientos pasados.
No me echo la culpa por completo, mi consciencia limpia sabe que no toda la culpa recae en mi, fui una mujer medianamente decente al no seder a los encantos de Han Emris desde el momento en que vi un anillo en su dedo, con la mentalidad de no hacer daño a otra mujer justo como Dylan Montero me hizo daño por meses a mi junto a su amante.
Solo accedí al enterarme de que la amante de mi esposo era la mismísima esposa de Han Emris, aún así eso no basto, ya que no hicimos nada si no hasta después del divorcio de la pareja asiática.
Hoy veo que a pesar de mis decisiones apropiadas, la señora Han no entiende de contactos ni situaciones, solo me marco de por vida como una prostituta para tratarme sin respeto alguno, fue bastante claro cuando sacudió mi rostro con su mano para hacerme callar, un acto violento qué juraba iba a dislocar mi