—Hija ¿Te sucede algo? —el camino en dirección hacia la finca ha sido algo extenso, en especial cuando de mi parte el silencio fue sepulcral, tan frío capaz de congelar el cuerpo de los presentes en la camioneta, o sea, de mis padres.
Para ellos es muy notorio saber cuando algo me sucede, después de todo no dejo de mirar hacia la ventana y soy incapaz de contestar los chistes malos de mi papá, los cuales siempre recibo con gusto y hasta llegó a decir uno peor, sangre es sangre y nadie podrá negar jamás que soy hija de ese hombre.
Así como sangre es sangre, no es un secreto que soy igual a mi mamá cuando me sucede algo, guardó silencio y me distanció del mundo, evitando decir lo que me sucede.
—No, tranquilo papá. —Mi respuesta poco sincera no agrado a Richard Castillo, quién funciona levemente sus cejas y logré notar esta expresión al ver de reojo el retrovisor.
Él también me mira, su mirada destila dudas, poca confianza en mi persona.
—¿Te incómoda algo? ¿Quizás que la señora Han no