—¿Disculpa? —Mi corazón hablo por mi cabeza, repleto de esos característicos nervios que se apoderan de todo joven cuando va a conocer a los padres de su pareja.
La primera impresión siempre es primordial, una lástima que es mi caso es desconocida cual sea.
Después de todo, la primera vez que me vieron junto a su hijo fue en televisión nacional, inaugurando un centro de ayuda y apoyo para mujeres. No debe ser una mala primera impresión, a no ser que seas una persona repleta de malos pensamientos, haciéndote a la de que el único interés de esa nueva pareja de tu hijo sea su dinero con tal de patrocinar mejor sus proyectos sociales.
Parece una locura o exageración, lástima que hoy en día es un pensamiento muy común en muchos hogares.
No me veo capaz de quejarme por ello, en especial cuando la razón por la cual hago todo esto es el mero interés de conseguir mi puesto como funcionaría de los derechos de la mujer.
—¿No quieres ir a conocer a mis padres? —Volvio a preguntar Han Emris, mante