Años después.
Ren tenía dieciocho años, una mochila al hombro y el corazón remendado como podía. Caminó por el pasillo del campus de la Universidad Nacional de Busan con una mezcla de nervios y esperanza. Comenzaba una nueva etapa. Le habían asignado una residencia compartida. Pero le notificó que hubo un cambio de compañero en el último minuto.
Subió las escaleras del edificio A, llegó a la habitación 300 y abrió la puerta con la llave recién entregada.
La habitación era amplia, con dos camas, escritorios, armarios y una gran ventana que dejaba entrar el sol de la tarde. Ya había una maleta al lado de una de las camas. Pudo haber quedado en una habitación el solo pero eligió estar acompañado para no morir del aburrimiento.
Dejó su mochila y fue a abrir el armario de su lado cuando escuchó la puerta del baño.
—Oh.. ya mi nuevo compañero llego y está tomando una ducha. Espero que no sea odioso.
Si felicidad no llevaba mucho.
Se giró… y se congeló.
—Hola, Ren —dijo esa voz que conocía d