6

Izel.

Cierro la puerta detrás de mí, no puedo más y caigo al suelo. Duele, como duele cada vez que hago esto,  es como si me golpearan una parte interna en mi pecho. 

Cada vez, cada vez que absorbo algo de una persona duele, es una tortura sentir mi corazón acelerarse, mi piel erizarse y mis huesos doler tanto que me obligan a doblarme en el piso y soltar todo el contenido de mi estómago. 

Me arrastró al baño sentándome arrodillándome en el inodoro y vomitando; no es un vómito cualquiera. Es de color negro y más que comida es el mal que tenía esa persona. 

Me quedo ahí arrodillada, espero que vomitar haya aliviado un poco mi dolor y poder levantarme. Para eso pasan algunos minutos donde siento como mi cuerpo se contrae y las punzadas aumentan en mi pecho.

Estoy acostumbrada, cuando era más pequeña no sabía cómo controlarlo y cada vez que tocaba a una persona enferma o que sufría, absorbía el mal y terminaba en el hospital "enferma". Nadie lo sabía, ni siquiera mi tío que es la persona que más quiero en este cruel mundo. Recuerdo perfectamente las veces que Hunter se descontroló, las veces que gritaba de dolor y sus huesos sonaban queriendo romperse, recuerdo como su mente estaba perdida y no me importo nada más que que bien.

Lo hice, absorbí todo su  dolor y no me importa saber que podía morir o volverme una persona mala en todo el mal que consumí. Solo quería ver a mi primo y amigo bien, él siempre ha sido bueno y verlo sufrir era peor que sentir aquel dolor durante días, las pesadillas y la tristeza de mi alma.

Ahora, este dolor no era tan fuerte como ese, era pasable como él de las personas que tocaba cuando era niña. Este dolor era suave y podía pasarlo vomitando ese mal, pero aquella chica me preocupo, sentía un aura maligno sobre ella, un ser cercano a ella era maligno y me eso me ponía los pelos de puntas. 

No tengo superpoderes, no tengo superfeuerza  y tampoco soy hechicera; solo tengo un don el cual quita el sufrimiento a las personas transfiriendo a mi cuerpo para luego expulsarlo. 

Me senté en el suelo calando mi respiración y cuando al fin recupere mi respiración. Apoyada en las orillas del inodoro me levanté y me acerque al lavamos a lavar mi boca.

Terminado el trabajo caminé a mi cama acostándome boca arriba sintiendo un escalofrío en mi cuerpo. En tres lunas habría un eclipse y todos se transformarán, incluso aquellos que aún no tienen los dieciocho (pero están a punto de cumplirlos) eso incluye a Amara. 

Me preocupaba, ella no estaba lista, a pesar de su actitud frívola y autosuficiencia sabía que ella no estaba lista para transformarse, no había entrenado, no había tomado las clases de cambio y menos sabía cómo soportar el dolor.

Y eso no era todo lo que me preocupaba, luego de las tres lunas vendría un mal para todos ¿Qué mal? No lo sé, pero es un sueño que tuve y mi tío dice que cada vez que sueñe algo se lo cuente de inmediato porque debía ser algo importante.

Mi tío decía que era un prodigio, que algún día sería sería importante igual que mi padre.

Sonreí con nostalgia mirando al techo.

Quería estar allá, quería ver a Hunter y a Lucas, los extrañaba mucho. Ya no quiero este lugar, no soy popular como ellos, konse asociarme con las personas y mucho menos soy alguien de mucha fuerza para los entrenamientos que pide mi grado.

Quería volver a casa. Mi verdadero hogar.

Además me desagrada la idea de este lugar, donde todo es tan lujoso, tan perfecto y las personas son realmente atractivas y crueles. Eso solo me bajaba más la autoestima.

Se que mi tío quiso que viniera aquí para no dejar sola a Amara, pero ella sabrá cuidarse sola, no es tonta y sabe defenderse. Además me odia y desprecia mi presencia.

Me alegraba por ella porque ya hizo una amiga, y no cualquiera, era amiga de la princesa,  la gemela del príncipe Aziel. No me extrañaría que se uniera a su grupo, encajaría perfecto con ellos. Hermosa, sexy, Inteligente, autosuficiente, valiente y sociable.

Todo lo contrario a mi.

Me levanté cuando sentí mis energías reponerse y miré el reloj, eran las diez de la noche.  Estaba sola en casa, hace mucho rato escuché como la princesa y Amara salían. 

Salí de mi habitación con la tranquilidad de que no vería a nadie esta noche, estaba en la esplendorosa soledad que me encanta.

Caminé despacio a la cocina a buscar algo de comer, serví cereal y regresé a la sala encendiendo el televisor. El timbre sonó, suspire pidiendo a la Diosa Luna paciencia, hoy sería mi noche libre.

Deje el cereal en la mesa, caminé a la puerta abriéndola y quedándome sorprendida con lo que veía.

—Príncipe— hice una reverencia en forma de saludo.

—Hola— este se rasco la cabeza pareciendo nervioso —  ¿Eres…?

—Izel Cooper— dije amablemente y él asintió.

—Hola Izel, disculpa que te moleste a esta hora, pero vine por mi hermana, si papá se entera que salió de casa la castigará el triple— fruncí el ceño.

—Príncipe…

—No seas tan formal Izel, llámame Aziel— asentí no muy a gusto, debía respetar los cargos que están sobre mi.

—Príncipe Aziel, su hermana salió temprano de aquí junto a mi prima— pude ver el disgusto pasar por su rostro cuando le dije eso al mismo tiempo que el miedo le hacía poner pálido.

—¿Sabes a dónde se fueron?— negué— papá va a matarnos.

Me preguntaba por qué aquella chica que se mira tan dulce y una buena persona estaría castigada. Además ¿Por qué vendría directo el príncipe a buscarla? Me encogí de hombro restándole importancia.  No quería inmiscuirme en la vida de nadie así que no diría nada más más esperaría que se fuera.

—Vendrás conmigo— ¡¿Qué?! Es broma ¿cierto? Yo no quería ir a ningún lado, tampoco quería juntarme con personas que traen tanto drama a la vida de las personas (como la realeza) suficiente tenía con mi familia.

—Disculpe usted… 

—Sin formalismos Izel ¿Cuantos años tienes, 50?— lo mire ofendida.

—Tengo dieciséis.

—Bien, yo tengo diecisiete, no estamos tan lejos— hice una mueca la cual se borró cuando el príncipe jalo de mi brazo sacándome de la casa arrastrándome con él.

—¡No quiero ir!— alce la voz apenada y este se giró sonriéndome con gracia.

—Es un favor, seremos amigos.

—No quiero ser tu amiga— Aziel abrió su boca indignado.

—Eso me ofendió, no soy una mala persona.

—No me importa, no me interesa crear vida social con personas tan dramáticas como ustedes los monarcas— el príncipe se detuvo en seco y yo tapé mi boca con mis manos lamentando lo que dije.

Si chicas, a pesar de no tener vida social, cuando una persona me arrastra a cosas como estas suelo ser irritante y decir cosas que no debo. Por eso no tengo amigos y tampoco me interesa tenerlos.

—Eres grosera Izel—  pareció pensar— entonces como tu  futuro rey te ordenó que me acompañes— al usar su voz de mando era estúpido negarme, así que sin opcion me subí a su coche.

¡Es injusto! 

Andaba en pijama, sin abrigo y en pantuflas, todos se burlaran de mí. 

Aziel sacó su teléfono y empezó a marcar números en una sola llamada.

—Necesito su ayuda…. Si Casiel es tarde… deja de ser tan malhumorado… No, no es emergencia de chicas…. Vamos chicos, es Laila… ¡¿Qué?! Eso jamás… No Casiel, no vas a matar a nadie… Tristan deja de apoyarlo — me pareció tan chistoso que su rostro empezó a ponerse rojo— Se escapa de la casa para ir a ver a Amara… ¡No! Si mi papá se entera la enviara lejos… ¡Basta! Dejen de pelear, nos vemos en en cinco minutos en la avenida— dicho esto colgó y me miró— lo siento, mi grupo de amigos es algo exasperante— asentí. 

Me quedé en silencio sin ganas de hacer charla y él hizo lo mismo. Por lo menos.

•••

Estacionó frente a una panadería bajando a toda velocidad, iba a abrir mi puerta justo cuando él lo hizo. Claro, príncipe, caballero, bla, bla bla.

Lo siento, no es mi tipo.

Baje sin recibir su ayuda.

—Ehhh, ten esto— se quitó su chaqueta. No iba a ponerme de un completo extraño, Hunter me regañaria  así fuese el mismísimo príncipe.

—No puedo aceptarlo .

—Acéptalo, me lo devolverás luego y ya no te molestare más. Tus labios están morados del frío— suspire porque tenía razón, estaba haciendo mucho frío. Lo tomé y me lo puse.

—Lo siento si soy grosera, solo no me gustan los extraños— el sonrió indicándome entrar.

—No te preocupes, solo no te acerques a Casiel. Le gusta quemar cabellos— lo mire horrorizada, él sonrió.

Nos acercamos a una mesa donde había cuatro chicos. Me sentí intimidada cuando posaron su mirada en mí, y el susto me ganó mire al mismo chico de esta mañana.

¡Diosa Luna sálvame!

Era aquel mismo chico que iba distraído en su teléfono y derramó su café sobre mi, luego me culpo de que yo lo había hecho y que desapareciera antes de quemar mi cabello. ¡Nooo! Además de eso me dijo que si me volvía a cruzar en su camino me haría la vida imposible.

¡Alguien que me salve!

—¿Qué hace esta tonta acá?— gruñó haciéndome retroceder. Aziel se puso delante de mí.

—Casiel déjala— dijo el príncipe. Abrí  mis ojos con temor, sintiendo su mirada sobre mi.  

¡Era él! El nieto del rey, el cual su padre es el demonio y éste heredó su parte demoníaca junto a su hermana. 

Recuerdo las historias que le gustaba contar mi tía sobre ellos; su padre había sido un demonio poderoso el cual atemorizó a todos y destruía a aquel que tuviera el valor de revelarse al reino, el hombre más posesivo y sobreprotector en la faz de la tierra con su mate. Estaba perdida, ahora más que nunca me urgía regresar a mi manda.

—¿Quién es?— preguntó un chico rubio, el cual había visto una de sus fotos junto al príncipe. Es el beta, un chico muy apuesto de cabello rubio y ojos miel, sobrino del rey e hijo del beta.

A su lado estaba un chico  moreno que nos miraba en silencio pero con diversión, lo seguía un chico castaño con los ojos más bonitos que haya podido ver en toda mi vida, este parecía pensativo viendo la situación y fastidiado a las vez. No lo podía negar, todos parecían ángeles caídos del cielo. 

—Es prima de la amiga de Laila, nos ayuda a buscarlas— aclaró Aziel.

—¿Por lo menos sabe dónde está?

—No….— Casiel bufo.

—Solo va a estorbar, es mejor que se vaya a dormir— Tristán miró mal a él príncipe demonio y negó.

—¿Dónde podrían estar?— preguntó Tristan.

—En algún salón de belleza, comprando ropa algunos productos de belleza— solté un bufido.

—O en un bar de muerte— murmure ganándome la atención de todos. Inmediatamente me sonroje encogiéndome en mi lugar.

—¡Maldición!— dijo el moreno levantándose con prisa —  ya se donde podrían estar, Joshep iba a dar una fiesta hoy y lo había escuchado invitar a todos.

—Ahora me siento indignado ¿Cómo es posible que yo no supiera?—  todos lo miraron mal— ¿Qué? Sabe que soy el alma de las fiestas.

—Mejor vamos— todos empezaron a salir del lugar. Un grito ahogado salió de mi boca cuando algo caliente salió de mis pantuflas y ¡Se estaban quemando!

—¡Casiel!— grito Aziel mientras los demás reían.

—¿Qué? Es divertido— este sonrió con sorna siendo el primero en salir del lugar.

Salí detrás de ellos subiéndome con Aziel en su auto. Me quité las pantuflas quemadas y maldecí por tercera vez en mi vida. Me vengaría luego.

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