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Amara

Bajo las escaleras a gran velocidad, ignorando los gritos de mi madre pidiéndome que me detenga. Estoy muy emocionada.

El cartero de la manada acaba de llegar con la carta tan esperada por mi. Han sido tres meses de agonía,  esperando la respuesta de aprobación a la escuela del reino. Quería cursar mi último año allá y aunque fácilmente hubiese entrado con las influencias de mi padre, quiero entrar por mis propios logros.

Abro la puerta antes de que el cartero toque y recibo las cartas antes de que pueda decir algo. Cierro la puerta y me doy la vuelta buscando entre las miles de cartas que hay en mis manos.

—¡Sí!— exclamó cuando veo la carta con el sello de la escuela del reino, con nerviosismo la abro y mis ojos destella ante lo que leo— ¡Sí,si, joder!— grito dando brincos mientras las cartas caen al suelo.

Mamá me mira con una sonrisa en la  cara mientras mi padre y hermano salen de la oficina del primero. Me miran estupefactos y yo solo corro abrazando a papá que al parecer ya entendió lo que pasa y me abraza de igual manera.

—Felicidades piojosa— me aleja mi hermano de los brazos de padre dándome un abrazo.

Revuelve mi cabello y bufo, jodida maña.

—Mi niña ha sido aceptada finalmente— dice mamá abrazándome ahora. Sonrió agradeciendo a la Diosa Luna por tal dicha.

—Felicidades Amara— murmura Izel desde el sofá, no se acerca y suspiró ante la mirada de reproche de mamá y de papá.

—Gracias Izel— sonrío falsamente y esta sonríe volviendo la vista a su libro. Cerebrito.

Vuelvo la vista a papá que niega y le hago una seña de "¿que?".

—Cuándo acabarás con eso Amara— me reprocha mi hermano.

Me encojo de hombros restando importancia, aunque me duele que la defiendan tanto cuando ella es la culpable de la muerte de mi tío. Ignoró el hecho de que mi hermano mayor y futuro alfa se siente al lado de Izel, quien le sonríe y le pregunta cómo está.

—¿Qué dice la carta, Amara?— habla mamá tocando el brazo de mi padre calmando su mal genio.

—Dice— me aclaro aclaro garganta– "Buen día Señorita Cooper, es de nuestro mayor agrado informarle que ha sido aceptada en la Escuela De Formación Real, su matrícula está llena y podrá iniciar sus clases el día tres de marzo".— finalizó  asombrada— ¡en cinco días iniciaré mis clases en la escuela real!— chillo de la emoción.

Abrazo a mamá con fuerza una vez más.

Este siempre ha sido mi sueño, viajar al reino, tener amigos, una vida social y quizás dentro de unos meses encontrar a mi mate. Suspiro ante lo último, realmente a veces dudaba si quería encontrarlo o no.

Por el momento disfrutaría de mi vida sin llegar a fallarle al hombre que la Diosa Luna me ha dado. 

—Acá hay otra Carta— habla Hunter. Lo miró intrigada.

—¿Otra?— pregunto asombrado.

—Así es hija mía— hablo padre recibiendo la carta y abriéndole— Izel también irá a la escuela real— abrí mis ojos como dos esferas de luz al igual que la menciona que levantaba su rostro del libro frunciendo el ceño.

—Tío, yo no he enviado ninguna solicitud al reino— mi prima habló y mi padre negó.

—Así es, pero yo lo hice.

—¿Por qué papá?— pregunte; maldije internamente deseando que esto sea una simple broma, aunque ante la seriedad de mi padre no lo creo.

—Porque aunque esto sea una manada grande, ambas tiene derecho a crecer, a tomar rumbos, tomar decisiones y crecer a su manera. 

—¿Has  influido en esto?— preguntó indignada.

—¿Acaso estás dudando de sus capacidades?— agacho la cabeza ante el reproche de papá. Ahí estaba mi respuesta.

—Lo siento papá, solo estoy asombrada.

Me disculpo. Estoy siendo algo castrosa.

—No me interesa dejar este lugar, tío, estoy bien acá—  murmuró Izel, tan tímida como siempre. Hipócrita.

—No es tema de discusión hija, ambas viajarán pasado mañana— intentó decir algo pero papá me cayo— sin discusión Amara, ya tomé una decisión. Hunter viajará con ustedes y las ayudará a instalarse. Ahora, continuemos en lo que estábamos hijo.

—¡Mamá!— exclamó una vez papá se retiró.

—Ella es tu prima Amara, deja de culparla de algo que ella no hizo. Basta, Amara.

Hago un puchero y mamá pasó su brazo por mi hombro haciendo que miremos a Izel que parecía estresada leyendo su libro. Estúpida mocosa.

—Mírala Amara, siempre encerrada en un libro, sin vida social, sin amigos ni nada. ¿Cómo crees que se siente cada vez que le reclamas la muerte de su padre?— trago grueso sintiendo una punzada de culpa— nunca te has dado la oportunidad de conocerla, ahora que van a estar solas allá, hazlo, ayudala a salir de su caparazón y conocerla. No la culpes más hija.

Asentí ante las palabras de mi madre que como siempre no era de regaños, sino de palabras reflexivas, por algo era Luna ¿no?

—Iré a hacer mis maletas— murmure alejándome de ella.

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