28 Su castigo.

Al día siguiente Igor partió a ver como marchaban los pozos petroleros junto con Kenna, que para su sorpresa se ofreció a acompañarlo, el hada lo necesitaba no tanto por su tranquilidad, era el hecho que el moreno la hacía sentir segura, aunque ella tenía el poder de quemar a cualquiera que la quisiera lastimas, solo el hombre le proporcionaba paz, luego de cumplir con su trabajo, Kenna se atrevió a pedirle algo, algo muy importante.

— Igor, no estamos lejos de donde vivía, tu ¿podría llevarme?

— A donde tú quieras diabla, solo guíame. — Kenna le dedico una sonrisa y Igor no pudo evitar acariciar su mejilla. Enna tendría que a ver dicho algo, pero no pudo, había extrañado tanto tenerlo así a su lado.

— Espera. — dijo unos minutos después, estaban en el medio de la nada, solo una calle y tierra por todos lados.

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