Narrado por Aldara
El viento silbaba entre los árboles, arrastrando con él un murmullo que no podía descifrar. Era como si el bosque intentara hablarme, susurrando secretos enterrados en la tierra. Sentada junto al fuego, con Ragnar a mi lado, sentí un escalofrío recorrer mi espalda. No era por el frío, sino por algo más profundo, una sensación oscura que me envolvía como una sombra invisible.
—Dime que lo sientes, —susurré sin apartar la vista de las llamas.
Ragnar, que había permanecido en silencio, dejó escapar un suspiro antes de asentir.
—Lo siento, —respondió con voz grave—. Algo se mueve en la oscuridad, algo antiguo.
Mis dedos se cerraron en un puño sobre mi regazo. Desde que había comenzado a despertar mis poderes, la sensación de que alguien —o algo— me observaba se había vuelto insoportable. Al principio, lo había atribuido al miedo, al descubrimiento de mis propias habilidades. Pero ahora sabía que era real.
—No estamos solos, —murmuré, con el pulso acelerado.
Ragnar se le