Capítulo 102

Me sigue impresionando que el corazón esté en condiciones decentes cuando todo esto tiene dos meses y medio. Tocarlo me provoca arcadas, pero finjo que todo está bien. Erenis extiende las manos mientras admira embelesada el corazón de Humberto, hay tal brillo en sus ojos que pareciera encontrar lo que más anhelaba en la vida.

—Los humanos siempre tan radiantes —yo no le veo un carajo a lo radiante—. Tan tiernos, tan coloridos, tan… Vivos.

Quisiera decirle que esa madre ya tiene más de dos meses sin vida, pero no encuentro las palabras, siento el estómago revuelto y una pesadez aparece en mi estómago. Erenis olfatea profundamente el órgano y luego olfatea el humo morado que sale del caldero, de pronto me invade un aroma a azufre y sal y tengo que apartar la mirada y respirar hacia otro lado. Lo que sea que metió ahí, definitivamente es tóxico.

—Ver a través de los ojos de alguien más es meterse en su vida —susurra con ese tinte divertido—. Es permitirle entrar a ti y que tú entres a el
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