—Mejor será que me vaya…
—Ben, espera…
—¿Qué quieres?
—Solo… solo pedirte disculpas.
—¿Crees que con eso Somerson se levantará de su cama? O no mejor ¿Crees que con ese lo siento vas a borrar de mi cabeza la muerte de quién pensé toda mi vida que era mi hermano?
El hombre que tengo frente a mí no me mira, está con la cabeza gacha y amasando la manta como cuando éramos niños y papá nos gritaba.
—Algo es algo, Ben…
—Eso si lo recuerdo...
—¿Qué cosa?— levanta su mirada y sus ojos igual a los míos me miran con un destello parecido a la esperanza, por eso me atrevo a hablar—. Eso que haces con las mantas. Amasarla como un gato cuando estás nervioso.
—Lo hice desde que desperté en mi nuevo hogar. Mira Benedict, no es que quisiera hacerte daño. Nunca lo he querido, eres mi hermanito, pero necesitaba saber de qué lado estabas.
—Y según tú ¿de qué lado estoy?
—Del de la justicia. Eres un hombre hecho y derecho, que protege a los suyos y ama la verdad.
—Entonces ¿Por qué hiciste esto? ¿por qué