Despertar

Escucho el trinar de los pajaritos y siento como la luz del sol se cuela por la ventana y me pica en la cara, abro mis hermosos ojos para saber dónde estoy y es ahí que recuerdo todo, todito, todo lo que pasó anoche, pero...

¿Por qué si se supone que tuve sexo desenfrenado anoche me despierto vestida como si no hubiera pasado nada de nada?

¿Por qué este cuerpazo que tengo bajo de mí se nota tan preocupado y su rostro está con el ceño fruncido?

Y lo peor de todo ¿por qué si me duele todo mi hermoso cuerpecito, sobre todo la cabeza y la garganta estamos vestidos sobre la cama? Bueno eso ya lo dije, pero es que no me cabe en mi hermosa y dolorida cabeza que estemos así si pasó… eso.

—¿Ya dejarás de apretarme como si fuera un squichi?

—E… ¿Estabas despierto?

—No, sigo durmiendo como un bebé—me responde en tono molesto—, pues claro que estoy despierto ¿Cómo no iba a despertarme? si me tienes atrapado con tus tentáculos que apenas y me dejas respirar.

—Lo… lo siento—me suelto o más bien lo suelto y rápidamente me siento en la cama, necesito respuestas, pero ya —, pero a todo esto ¿qué fue lo que sucedió ayer? Solo recuerdo cuando me traías como princesa y que estábamos discutiendo y luego…

No me atrevo a mirarlo a la cara porque me da vergüenza decirlo, ¿es que todo lo qué pasé anoche con él fue solo un sueño?

No, no puede ser cierto ¿O si?

Él no me dice absolutamente nada, hace lo mismo que yo y se estira, lo sé porque lo siento a mi lado y mi cuerpecito reacciona a su toque casi imperceptible, lo sé porque lo siento a mi lado y mi cuerpecito reacciona a cada uno de sus movimientos. pero de la nada se levanta de la cama pasa por el borde de ella y luego se posiciona a mi lado y me agarra el brazo.

Ay dios, Ay dios ¿Qué me va a hacer este hombre?

De repente, siento como retira la vía que tenía puesta y aprieta un poco, para luego tomar una curita y cubrir dónde estaba el piquete.

—Auch.

—Listo.

—¿Cómo? ¿Cuándo? —pregunto un tanto ansiosa. Esto no estaba en mis recuerdos.

En tus cachondos recuerdos querrás decir…

No me hables.

Yo nomás decía…

Idiota.

Tu abuela...

—Ayer vino el doctor de la familia y te revisó. Te resfriaste—me regaña como si yo fuera la culpable de que su padre me hubiese sacado al invernadero para nuestra “animada conversación”—, como andabas media desnuda en el jardín terminaste de agarrarte un resfrío y estuviste con fiebre toda la noche, es por eso la vía y que estés un tanto desorientada.

—Ah… ¿O sea que no pasó nada de nada de lo que se supone que pasó? —¿lo dije en voz alta?

Fuerte y claro chiquita…

Te dije que te callaras.

Entonces ¿Para qué preguntas?

—¿De qué hablas?

Te están preguntando…

—De nada—niego y muevo mis manos con vehemencia, juro que algún día me la pagarás, conciencia—, no me hagas caso, pero entonces ¿la cena? ¿los invitados de tu papá? ¿Tu familia?

—Tranquila, mi madre los despachó una vez que te desmayaste en mis brazos—así que eso fue lo que pasó—. Fue lo mejor que nos pudo pasar, sacamos a los Rothschild de la casa sin tener que seguir mintiendo—se encoge de hombros y me deja ahí sentada con más dudas que certezas y se mete por la puerta que está justo al costado y que ni cuenta me había dado que existía.

Escucho el sonido del agua caer y ahí caigo en cuenta que se está bañando.

Ay dios, ¿este hombre quiere que me vuelva a subir la temperatura? ¿Cómo se le ocurre meterse a bañar y dejarme aquí pensando que le había entregado mi florecita? Aunque fuera en mis sueños, digo…

Me levanto y comienzo a hurgar en el lugar, se nota que es una habitación que no usaba hace mucho tiempo, aunque todo estaba pulcramente limpio y ordenado las cosas que estaban ahí eran las de un adolescente y no las del hombre osco y serio que es mi instructor. Al igual que en la habitación de Daniel, hay un librero que cubre toda una pared, comienzo a ver los libros y me quedo impresionada.

¡Tiene toda la colección de Jane Austin! Mish, me salió romántico el muchacho. Suelto una risotada por lo que acabo de pensar la que se muere al escuchar que la puerta del baño se abre. La muy bruta se me ocurre dar la vuelta para saber si ya estaba listo, pero lo peor de todo es que ven mis hermosos ojitos frente a mí. El muy hijo de la gran fruta sale del baño como todo un modelo de shampoo. El vapor aparece tras de él y por si fuera poco se queda de pie con una toalla en la cintura y otra secándose el cabello.

El muy desgraciado me está probando a ver si caigo ¿no? No puede haber otro motivo en esa postura sexi que se trae. Es que las gotitas parecen caer en cámara lenta por ese cuerpazo que dios le dio y siento que la garganta se me está empezando a secar. Trago grueso, pero no quito mi vista de su cuerpazo, soy loca, pero no tonta y si él me ofrece el espectáculo en primera fila ¿Quién soy yo para negarme a admirar? Pero hay algo que me llama la atención, esa cicatriz…

—Mis padres nos deben de estar esperando para desayunar, hay toallas en la repisa y cepillo de dientes nuevo en el lavamanos, buscaré algo de mi ropa para prestarte—¿de verdad me está hablando medio desnudo y cree que no me importa? —, no creo que quieras salir así vestida y más para seguir enfermándote. Si quieres puedo pedirle algo a Jacqueline, ella es como de tu talla.

—¿Eh?

—¿Has escuchado algo de lo que te dije?

—No… bueno, sí, ah… ya qué, no escuché ni m****a, tu cuerp… Digo, mejor vístete que me iré a duchar y por favor apresúrate y pídele a Jacqueline si me puede prestar algo porque ni loca vuelvo a salir vestida así.

—¿Qué?

Paso por su lado y me quedo pegada nuevamente en la cicatriz que atraviesa su pecho, pero reculo y entro corriendo al baño, cerrando la puerta y apegándome a ella mientras me toco el pecho.

Escucho una risita y luego el golpeteo de la puerta.

—¿Qué… qué quieres?

—Nada, solo he de decirte que anoche hablé con Cameron y me dijo algunas cosas un tanto extrañas. Así que después de que termines te quiero bien atenta porque tenemos que hablar.

¿Qué m****a había dicho? ¿Qué habló con quién? ¿Cam? Esto no podía ser peor ¿o si?

—Ay diosito, dame tu fortaleza por favorcito porque este hombre me tiene loca, loca, loca.

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