Un viento helado recorrió la ciudad.
Las sombras que acechaban en los rincones más oscuros se agitaron.
Un sonido gutural, profundo, como un rugido contenido, vibró en el aire.
En su guarida, “Ella” sintió el cambio.
Algo en su interior se quebró.
Los ecos de su nombre olvidado susurraban en la profundidad de su mente, pero cada vez que intentaba aferrarse a ellos, una fuerza oscura los disipaba como humo al viento.
Su cuerpo tembló. Su magia oscura reaccionó al descubrimiento de Oriana.
Su piel ardió.
Las sombras alrededor de ella se retorcieron, como si intentaran contenerla.
Stephanie, de pie a unos metros, sintió miedo por primera vez.
—Mi señora… —murmuró, temiendo su reacción.
Los ojos de la bruja parpadearon entre el negro absoluto y el reflejo de un color más claro, más humano, que intentaba resurgir.
Y entonces…
Gritó.
Un alarido desgarrador sacudió el ambiente. Las ventanas de la habitación estallaron en mil pedazos.
Las sombras se dispersaron como una tormenta de tinta, dev