- ¿Por qué disculpas? – la lengua saboreó la excesiva humedad de mi coño. - Solo puedes disculparte por haber tardado tantas horas en volver... ¿Es por eso que te disculpas? - La lengua entró profundamente en mi cavidad, haciéndome gemir de nuevo, incapaz de contenerme.
- Por... Fuerte gemido... - Dije, mi voz casi no salía.
- Puedes gemir todo lo que quieras, pequeña. Y gritando también... Aquí nadie nos oye... Y confieso que disfruto con sus gemidos... Cierto, intenso.
- No vi nada... Estuvieron contenidos... Durante mucho tiempo. – me escuché decir.
- La vista desde aquí abajo es perfecta, pequeña. Podría vivir por aquí... - Me mordió levemente el trasero.
- Charles... Me estás volviendo loco... - dije, arañando la pared de mampostería con las uñas.
- Vuélvete loca, Sabrina… Quiero que te vuelvas loca como lo hiciste conmigo… Una noche que no dormí, viéndote solo a ti frente a mí…
Me encontré sonriendo, sintiendo mi corazón saltar dentro de mi pecho. Charles empujó su lengua profun