Jordan Rockefeller se puso de pie, con ojos fríos e incriminatorios.
- ¿Semen? ¿Dónde aprendiste esta verborrea? ¿Con quién estabas, Sabrina?
Di un paso atrás, poniendo el papel ya mojado en mi bolsillo.
- No te reconozco con este atuendo... - se acercó y me tocó el pelo, echándolo hacia atrás - Voy a matar a quien te haya hecho esto.
No tuve que preguntar qué era porque sabía que eran las marcas en mi cuello.
- Fue con mi consentimiento. - Traté de calmarlo.
- ¿Qué te pasa, niña?
Vi a mi madre bajar las escaleras casi corriendo. Su cabello estaba suelto y era obvio que se había puesto una bata apresuradamente.
- Sabrina...
- ¡Madre!
de ir hacia ella, pero mi padre me detuvo tomándome del brazo:
- ¡Tu maldita pierna! – gritó el hombre que odiaba a sus hijas usando malas palabras.
- No duele. – Garantizado.
Finalmente, mi madre se acercó y tiré con fuerza mi brazo de sus manos, abrazándola y recibiendo el calor que necesitaba en ese momento.
- ¿Dónde ha estado mi amor? Pensé que tal ve