Me acosté en la cama y saqué el papel prácticamente destruido del interior del bolsillo de mi chaqueta:
- ¿Cómo puedes ser tan tonto, “el cantante”?
Miré el candelabro que colgaba hermosamente sobre mí. Con cuidado saqué el collar que la Sra. Monaghan me había dado y lo puse al lado de la cama.
¿Y si Charles me hubiera dado la chaqueta a propósito para no volver a verme? Tal vez no quería mi número y eso era solo una excusa para eso.
Me reí de mis propios pensamientos. Era demasiado intenso... No era sólo sexo... Era pasión, era amor. Y fue de por vida.
Sentí las lágrimas fluir de nuevo, con el simple pensamiento de no volver a verlo pasando por mi mente:
- No seas así, idiota. Sabes muy bien dónde encontrarlo.
Fui al baño y en cuanto vi la imagen en el espejo me quedé paralizada. Realmente mi papá debe haber estado preocupado. Mi cabello estaba deplorable, rizado, enredado y parecía sin resolver.
Las marcas moradas iban desde el cuello hasta el regazo. El outfit era ridículo, aparte