CAPÍTULO 33
DANIELA CASARES
—Feliz año, mi amor. —Lo beso en los labios y me acomodo a su lado—. Anoche, después de que se acabó la hora de visita, nos fuimos a casa de tu mami. Tu tía Sandra nos tenía pozole. Mientras cenaba con tu familia, me acordé de cuando me llevabas a convivir con ellos.
Hablamos de aquella vez que me llevaste a escondidas… esa noche en que me escapé para estar contigo. ¿Te acuerdas? No podía salir porque tenía que terminar de estudiar para el examen, ya que por estar hablando contigo no estudié —río bajito—. Y mi mamá me estaba marcando como loca. Cuando se enteró, nos pegó una regañada: “Me la traes ya mismo y no la verás ni hablarán en un mes”.
—Pero supiste cómo quitarle el enojo —vuelvo a reír al recordarlo—. Al día siguiente le llevaste su pastel favorito, tres leches, y le pediste perdón por haberme sonsacado.
Lanzo un suspiro, acaricio su mejilla y le deposito un beso suave.
—Como deseo que abras los ojos y me hables… extraño escuchar tu voz. —Le acarici