ELEONORA
La tormenta afuera del aquelarre desgarraba la noche, relámpagos danzando por el cielo ennegrecido como venas de fuego. El aire olía a lluvia, sangre y magia.
Y yo amaba cada segundo de ello.
Me encontraba frente al espejo en mi cámara, mi reflejo era el fantasma de quien solía ser. Una vez fui radiante — la futura Luna de la Manada de la Luna Roja, la mujer que toda loba envidiaba. Pero ahora, mi belleza era un arma. Mi corazón — una piedra. Mi alma — atada a la venganza.
Detrás de mí, Cloe caminaba inquieta, sus botas golpeando el suelo de mármol.
—¿Estás segura de que el hechizo de la bruja funcionó? —siseó, con la voz temblorosa—. Vi a Dafne desaparecer en el aire junto con Jordán… pero, ¿y si—?
La interrumpí bruscamente.
—No hay “y si”, Cloe. Ella se ha ido. Y pronto, él la seguirá al mismo abismo.
Cloe dejó de caminar y me miró fijamente.
—Hablas como si no tuvieras miedo. Pero deberías. Viste cómo esa bruja te miró — como si tú fueras la siguiente.
Me giré l