—Hace tiempo me enamoré de un hombre que no valoró todo lo que hacía por él, mucho menos mi trabajo —Empezó Helena, con el corazón latiendo fuerte—. Hoy estoy aquí ante ustedes, y quiero contarles mi verdad.
Los invitados estaban en shock, algunos susurraban entre sí, trataban de indagar en quién sería ese hombre del que hablaba, pero ninguno llegaba a una conclusión precisa.
—Diana de Collins era mi mejor amiga. Confié en ella ciegamente y me apuñaló por la espalda —soltó, con frialdad.
Los ojos de Helena no perdonaban a la mujer que una vez llamó amiga. La miró entre el público, pudo notar su temor.
La gente se asombró tanto, que empezaron a murmurar cosas:
—¿Diana?
—¿Cómo que la traicionó?
—¿Qué le habrá hecho? A parte del supuesto plagio de la última vez, claro…
—Esta perra me va a destruir —masculló Diana, apretando los puños—. ¡Haz algo, Gabriel! ¡Tienes que ayudarme! Es obvio que Helena me odia por haberme casado contigo —se quejó, tragando saliva.
Pero Gabriel no tenía