Capítulo 5. El grito

Capítulo 5. El grito.

No sabía qué hora era cuando abrí los ojos, pero la cabaña estaba completamente a oscuras. Solo se escuchaba el viento golpeando las ventanas y la respiración tranquila de mi madre desde la otra habitación.

Me desperté de golpe, con un horrible dolor que me cortó hasta la respiración.

Me apreté el vientre con ambas manos, intentando calmar la punzada que sentía justo debajo del ombligo. Era como si algo dentro de mí se retorciera, como si me desgarraran por dentro con un hierro caliente.

Me incorporé despacio y entonces fue cuando noté como un líquido tibio bajaba por mis piernas.

Me levanté de la cama de un salto y encendí la lámpara  que tenía en la mesita.  Me bajé el pantalón y la ropa interior y vi las manchas. Había  sangre,  demasiada sangre algonno iba bien.

Mi garganta soltó un pequeño grito ahogado que acallé enseguida mordiéndome los labios. No quería que mamá me escuchara, no podía enterarse de que estaba sangrado.

Me puse lo primero que encontré y salí de la cabaña sin hacer ruido, con una mano sobre el abdomen y la otra cubriéndome la boca para no llorar en voz alta, el dolor cada vez era más fuerte. Caminé lo más rápido que pude hacia la enfermería.

Me dolía tanto que me costaba mantenerme en pie, pero no podía caerme. Tenía que llegar fuera como fuera.

Al llegar, busqué la llave bajo la piedra como hacíamos siempre que mamá se olvidaba de traerla. Entré tambaleandome y cerré la puerta tras de mí, me senté en la camilla más cercana, me quité los pantalones otra vez. Estaba empapada en sangre y estaba no puede evitar llorar. No solo por el dolor sino porque ya sabía lo que me estaba pasando, estaba perdiendo a mi bebe.

Mi bebé.

El hijo que jamás iba a conocer. El hijo que había amado en silencio desde que supe de su existencia aunque no lo hubiera planeado, aunque su padre no lo supiera ni quisiera saber nada de él.

Se esstaba muriendo dentro de mí y yo no podía hacer nada para salvarlo.

No sabía cuánto tiempo pasó. Me quedé quieta, tiritando, con las piernas manchadas, el cuerpo encogido y las manos apretadas contra el vientre. Hasta que la puerta se abrió.

Mamá entró corriendo, descalza y con el camisón puesto. Me miró una sola vez antes de correr hacia mí.

No me preguntó nada, solo me abrazó y comenzó a llorar conmigo.

En ese momento no podía hablar,  la voz no me salía pero ella tampoco me pregunto, solo me abrazó y me trasmitió todo su amor.

Me ayudó a limpiarme. Me quitó la ropa, me lavó el cuerpo y me puso una bata limpia. Después me acostó en una camilla y me cubrió con una manta.

El dolor físico era insoportable. No sabía si era peor que el emocional, pero ambos me estaban matando.

No dejaba de pensar en él, en mi bebé. En si era niño o niña. En cómo habría sido. En si alguna vez habría tenido los ojos de Alaric o los míos.

Pensar en eso me rompía aún más el corazón.

Lloré en silencio, con la vista fija en el techo. Mamá me acariciaba el cabello, sus lágrimas cayendo sobre mi frente, pero no decía nada. No me ofrecía consuelo porque sabía que no lo había. Solo me acompañaba y con eso bastaba.

Cuando el dolor empezó a ceder y la sangre dejó de salir, me senté despacio y la miré.

—Mamá no se lo digas a nadie.

Ella asintió con los ojos rojos y me besó la frente.

—Te lo prometo mi amor.

Me ayudó a vestirme con ropa limpia y me dio una bolsa con vendas y una pala pequeña.

—¿Estás segura de que quieres hacerlo sola?

Asentí.

—Si, necesito hacerlo sola.

Mamá no insistió. Sabía que no me haría cambiar de opinión.

Salí de la enfermería cuando ya estaba amaneciendo. Caminé por el borde del bosque muy despacio. El tobillo me seguía doliendo, pero eso era lo de menos ahora.

Me adentré entre los árboles hasta llegar al sitio más alejado del claro, un lugar donde Alaric y yo solíamos escondernos cuando éramos niños. Ya nadie iba por allí. Solo yo recordaba ese rincón. Y ahora sería solo mío.

Busqué un lugar bajo un árbol grande, uno que diera sombra y estuviera rodeado de musgo.

Allí cavé, cave con las manos, con la pala, con la rabia y con dolor. Cavé mientras las lágrimas caían sin parar por mis mejillas.

Enterré la pequeña bolsa blanca que mamá me había preparado. Era tan pequeña...

Me arrodillé y coloqué las manos sobre la tierra húmeda.

—Lo siento tanto… —susurré—. Perdóname por no haberte podido proteger. Por no haber sido suficiente. Por haber sido tan tonta y confiar en alguien que no lo merecía. Por no tener siquiera una loba que pudiera haberte cuidado desde dentro. Pero te amé, desde el primer segundo en que supe que existías, te amé más que a nada. Y siempre te voy a llevar conmigo, pase lo que pase.

Apreté los puños contra la tierra. No quería irme, pero tampoco podía quedarme allí para siempre.

Coloqué una piedra grande sobre el lugar.

No tenía nombre, ni cruz, ni flores. Solo yo sabía lo que había bajo esa piedra. Y solo yo lo recordaría.

Me levanté, con las piernas temblorosas y fue allí, justo en ese lugar, que lo decidí. Ya no me quedaba nada aquí, si tenía a mana pero ella tenía  su vida y yo no tenía nada, sin mi hijo,  sin loba, sin compañero y sin manada.

Lo único que me quedaba era mi dignidad, y ni siquiera esa estaba segura de conservarla.

No iba a seguir viviendo entre los susurros, las miradas de lástima y los comentarios a mis espaldas. No iba a seguir pasando junto a Alaric como si nunca hubiéramos compartido nada. No iba a ver a Vivienne caminando del brazo de él como si todo le perteneciera.

No me iba a seguir muriendo poco a poco. Iba a empezar de nuevo.

En el mundo de los humanos.

Donde nadie supiera quién era, donde no fuera "la que no tiene loba", ni "la ex de Alaric", ni "la que perdió al bebé".

Allí solo sería yo. Aylin.

Porque si no lo hacía, el dolor acabaría por matarme, tarde o temprano. Le eché una última mirada a la lápida de mi hijo.

—Te llevaré siempre conmigo —le dije en voz baja.

Y me alejé de allí, sin volver la vista atrás.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP