Capítulo 3. Lo que no debía de pasar
Me levanté temprano, pero no salí de la habitación hasta que mamá no se marchó a trabajar. Intenté desayunar algo, pero me resultó imposible; todo lo que sacaba del frigorífico me olía fatal y desencadenaba en mí las náuseas. Me tumbé un rato en el sofá esperando a sentirme mejor y poder ir a la enfermería. Cuando al fin me sentí con fuerzas, salí de casa y me dirigí hasta allí con la cabeza agachada. Habían pasado varios días, pero todavía seguía siendo la comidilla de la manada. Me puse a colocar el dispensario mientras ella salía al bosque en busca de un par de hierbas medicinales. Así que aproveché ese momento para hacer lo que tanto llevaba pensando. Caminé hasta la zona trasera y abrí el pequeño armario. Sabía exactamente dónde mamá guardaba los test de embarazo. Aquí raramente se usaban, ya que si te quedabas embarazada tu loba te lo diría antes que nadie, pero yo no tenía loba, así que esta era la única manera de saberlo. Abrí el cajón de arriba y saqué uno. Miré hacia todos lados, asegurándome de que nadie me hubiera visto cogerlo, y rápidamente lo metí en mi mochila. Pasé el resto de la mañana ayudando a mamá como si no pasara nada, y cuando llegó la hora de comer, me marché rápidamente a casa. Había puesto la excusa de haber olvidado mi comida, y en parte era verdad, porque no había cogido nada. Cuando llegué a casa, dejé la mochila sobre la mesa y saqué el test de embarazo. Con él en la mano, me dirigí hasta el baño. Abrí la caja y saqué las instrucciones; tuve que leer aquel papel dos veces para ser capaz de concentrarme. Hice lo que decía el papel. Luego dejé el test sobre el lavabo y me senté en la tapa del váter. Aquellos fueron sin lugar a dudas los cinco minutos más largos de mi vida, y cuando cogí el test entre mis manos y vi aquellas dos líneas rosas pintadas en la tira, sentí que mi mundo se acababa. Estaba embarazada y ahora no había lugar a dudas. Me levanté del baño y, con el test en la mano, fui hasta mi dormitorio. Me tiré a la cama y me permití llorar hasta quedarme dormida. Cuando me desperté, me pude dar cuenta de que ya estaba anocheciendo. Me levanté de la cama y recogí todo lo que había dejado en el baño. Lo metí todo dentro de la mochila y comencé a preparar la cena. No tenía hambre, pero no había tomado nada en todo el día y el bebé necesitaba que yo comiera. Qué culpa tenía él de nada de lo que había sucedido, así que tenía que intentar cuidarme por él. Cené con mamá en silencio. Ella me hablaba, pero yo no respondía. Llevábamos días así y ya no me presionaba. Me estaba dejando sanar poco a poco y sin presiones. ... Tumbada en la cama, comencé a recordar y, sin poder evitarlo, las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos. Flashback Fue después de la reunión con los ancianos. Faltaban pocos días para el ritual. Yo estaba atendiendo a uno de los guerreros heridos en la clinica. Mientras mamá había salido a hacer un aviso, yo me habia quedado limpiando una herida en el brazo de ese hombre. No era nada fuera de lo común. Por lo que no necesitaba que mamá me supervisará. Entonces sentí una presencia detrás de mí. Era Alaric. Lo supe incluso antes de darme la vuelta, su aroma erainconfundible. No dijo nada al principio. Se quedó observándome en silencio, con la mandíbula apretada. Sus mirada estaba clavada en mi pero no me miraba como siempre, esta vez sus ojos se habían vuelto más oscuros y su mirada era más intensa. —¿Te molesta que lo esté cuidando? —le pregunté en voz baja, sabiendo perfectamente la respuesta. Él no contestó. Esperó a que terminara de vendar al guerrero y, apenas éste salió, Alaric cruzó la clinica en un par de zancadas. —No puedo seguir viéndote así. Tocándolo. Sonriéndole. Quiero que esta noche pase —dijo, su voz más grave de lo habitual, casi un gutural . —Alaric… solo estaba haciendo mi trabajo… —Lo sé. Y aun así no lo soporto. Me atrapó por la cintura y me pegó contra su pecho, con tanta fuerza que me quedé sin aire por un segundo. —Pensé en ti todo el día, Aylin —susurró contra mi cuello—. No puedo seguir esperando. Sé que lo normal es esperar al ritual, pero me da igual. Eres mía. Lo has sido desde siempre. Y esta noche lo vas a recordar. Intenté responder, pero él ya me estaba besando. No como antes. Esta vez fue distinto. Su boca tomó la mía con hambre, con necesidad. Sus manos me rodearon con fuerza, como si temiera que me escapara. Cuando por fin separó sus labios, sus ojos se clavaron en los míos. —¿Tú me amas? —Sí… claro que te quiero. —Eso no es lo que pregunté. ¿Me amas, Aylin? ¿O podrías amar a cualquiera que te mire como ese maldito guerrero al que acabas de curar? —Yo… yo te amo. Si amar es cuando no dejas de pensar en alguien, cuando sientes que te falta el aire si no está cerca, entonces sí. Te amo. —¿Confías en mí? —Sí —susurré, esta vez sin dudar. Me tomó de la mano. Me llevó fuera, al claro. El mismo donde habíamos jugado de pequeños. El mismo lugar donde me prometió que sería su Luna. —Quítate el vestido —ordenó, sin apartar la mirada de mí. Titubeé. Sentí el rubor subiéndome por las mejillas y el notó mi nerviosismo. —No hay nada que no haya soñado ver. Nada de ti me da vergüenza, Aylin. Quiero ver todo de ti. Quiero tocarte, marcarte, hacerte mía antes de que otro siquiera se atreva a desearte. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo. Pero no era miedo lo que sentía, era deseo uno que ya no podía negar. Me quito el vestido y lo dejo caer al suelo. Cuando noto cómo sus ojos recorren mi cuerpo, me volteo, dándole la espalda. Él se acerca más a mí y pasa los dedos por mi espalda. Eso hace que mi piel se erice y mil corrientes recorran mi cuerpo. Me desabrocha el sostén y baja mis braguitas. Se queda parado unos segundos observándome, para después quitarse toda la ropa, quedándose totalmente desnudo ante mí. Coge mi mano y la pone sobre su pecho. A continuación, él hace exactamente lo mismo. Su tacto sobre mi piel hace que sienta escalofríos. Alaric pasa sus dedos por mis pechos, acariciándolos suavemente. Juega con mis pezones, los cuales se endurecen con su solo contacto. Yo acaricio su fuerte pecho y jugueteo con el vello que cubre su fornido torso. Levanta mi cabeza y acerca sus labios a los míos. Nuestros labios se unen, abre su boca y yo lo imito. Su lengua se introduce en mi cavidad bucal, luchando contra la mía. Después de un beso interminable, me tumba sobre la manta, para una vez allí subirse sobre mí. Sigue acariciando y besando cada centímetro de mi piel. Mi cuerpo arde por dentro, me estoy quemando y perdiendo en una espiral de deseo y pasión. Sus manos descienden hasta mi intimidad, separa mis pliegues y los acaricia. Eso hace que me sobresalte. Él me tranquiliza, besándome con más pasión si cabe. Siento una humedad jamás antes experimentada, siento vergüenza, pero a Alaric no parece disgustado, porque no deja de tocarme. Una sensación extraña me invade, un nudo en mi interior quiere romperse y explotar. Unos segundos después me sumerjo entre jadeos y espasmos en un placer jamás experimentado. Alaric retira su mano de mi intimidad y me mira con curiosidad. -¿Te ha gustado lo que te he hecho sentir? -Sí -respondo avergonzada. -Pues todavía puedo ofrecerte más, si tú quieres. Asiento con la cabeza y dejo que me ame. Mis manos recorren su cuerpo desnudo. Me fijo en su virilidad: ha crecido bastante y está hinchada. Vuelve a tocarme de nuevo. Esta vez introduce un dedo en mi interior y comienza a moverlo. Pensé que me dolería, pero no es así, por lo que al poco rato introduce otro. La sensación de antes parece formarse de nuevo en mi interior. Pero se detiene, dejándome frustrada. Levanto la cabeza y puedo ver cómo su virilidad está entrando en mi cuerpo. Siento que me duele y me molesta. Alaric nota mi malestar y comienza a masajear mis pechos, consiguiendo que me relaje de nuevo. Noto un dolor agudo. Empujo a Alaric para que cese, me duele demasiado, pero él no se detiene. Se adentra más en mi interior y se queda parado. -Solo un poco más, verás como deja de dolerte. Solo debes acostumbrarte a mí. Comienza a moverse de nuevo, y el dolor que antes experimentaba ahora se mezcla con el placer. Alaric acaricia mi botoncito con suavidad pero con precisión, sumiéndome en pocos segundos en la sensación que anteriormente experimenté. Mi cuerpo se estremece entre oleadas de placer. Él parece estar experimentando lo mismo. Poco después, él se detiene y sale de mi interior. -Todo va a salir bien -me susurra, mientras nos vestimos de nuevo. Fin del flashback Y yo le creí. Estaba segura de que él también me amaba y que su lobo me iba a reconocer. Que ese vínculo entre nosotros era tan fuerte que no podía romperse, pero se rompió y ahora estaba aquí, sola y embarazada. Ahora llevaba dentro de mí al hijo del nuevo Alfa, y yo no era su compañera, ni su pareja, ni tan siquiera su amiga. Ya no era nada. Me pasé la mano por el rostro. Me tragué el llanto, me limpié los ojos y me obligué a respirar. No podía flaquear. Tenía que decidir qué iba a hacer. Porque ese bebé no tenía la culpa de nada. Tenía que decírselo a Alaric, pero no sabía cómo hacerlo.