Mundo ficciónIniciar sesiónLorena tomó una copa de champán y miró a Serena con una sonrisa, levantando la copa en un gesto de saludo, encantada de ver el fuego en los ojos de la otra.
–Lorena, llegaste– dijo la madre de Erick acercándose a la joven con una amplia sonrisa sincera, y enseguida la llevó hacia donde estaban Serena y su madre. Erick, que conversaba con algunos conocidos, miró la situación y consideró mejor ir hasta allí antes de que comenzara una escena. –Serena, ya conoces a Lorena, ¿verdad? Ella es una amiga de la familia, por eso me tomé la libertad de invitarla. No te importa, ¿cierto? Ella y Erick son muy amigos, así que…– Erick carraspeó al acercarse y se inclinó murmurando en el oído de su esposa: –No causes una escena– Serena apretó la copa en su mano, conteniendo sus ganas de abofetear a él y a su maldita amante allí delante de todos y exponerlos. Pero su madre estaba allí, y no quería causar una situación vergonzosa para ella entre tantos amigos y conocidos de la familia. Su madre no merecía pasar por la humillación de tener una hija traicionada en medio de toda aquella gente. De humillada, ya bastaba ella. Y su desfile estaba cerca, la última cosa que necesitaba era un escándalo. Además, un simple escándalo era poco para hacer que él pagara por todo lo que la había hecho pasar en esos tres años. –Creo que ya te he visto antes, ¿eres modelo, verdad?– preguntó la madre de Serena a Lorena, ajena a lo humillante que aquello era para su hija. –Aspirante– Serena cortó a Lorena antes de que pudiera hablar. –Es una aspirante a modelo, ya ha intentado participar varias veces en uno de mis desfiles, pero no tiene talento para las pasarelas, y mucho menos el físico para una de mis piezas. Quizás tenga talento para otras cosas detrás de los reflectores, pero para modelar y brillar en las pasarelas, definitivamente no lo tiene– dijo mirándola fijamente. Lorena apretó su bolso recordando cuando intentó ser modelo de la marca de Serena años atrás, pero no solo ella, sino también los demás jueces la rechazaron, aumentando su odio por Serena. –Serena– llamó Erick intentando salvar a su amante, que comenzaba a enrojecerse de vergüenza. –Vamos a saludar a algunos invitados– Erick ofreció su brazo, y Serena lo miró, luego lo miró a él, y pasó de largo, ignorándolo para caminar adelante. Erick la siguió hasta un punto más discreto de la fiesta y la sujetó del brazo para detenerla. –¡No me toques!– Serena retiró su brazo y lo sacudió como si retirara suciedad. –¿Te da placer? ¿Humillar a la gente?– preguntó Erick con las manos en los bolsillos. –¿Humillar? La amante de mi marido está en nuestra fiesta de aniversario y tú me hablas de humillación a mí. Yo soy la única humillada aquí. Estoy segura de que todos los que saben de tu aventura se están riendo de mí por lo bajo. Y por lo visto a tu madre le gusta bastante tu amante. ¿Se la has presentado? ¿Ya le dijiste que será abuela?– Erick suspiró. –Es imposible hablar contigo con ese victimismo tuyo.– dijo antes de alejarse, dejándola allí. Serena lo siguió con la mirada y enseguida sintió algunas miradas sobre ella. Seguramente personas que ya sabían del romance entre Erick y Lorena, juzgándola y burlándose de ella, igual que en la época en que se casó y empezaron a circular noticias sensacionalistas: “La heredera Serena Morgan compra al hombre más codiciado de Nueva York”, y los comentarios eran la peor parte. La mitad de la ciudad sabía que Erick se había casado con ella solo por dinero, tras los rumores de la quiebra de su familia, lo que había afectado varios de sus proyectos financiados por ellos. Y aunque él fuera rico y famoso, la fortuna de los Morgan estaba entre las tres más grandes del estado. La fiesta avanzaba con tranquilidad, pero Serena quería irse de ahí. No soportaba seguir sonriendo estando hecha pedazos por dentro. Podía ver los intercambios de miradas y sonrisas entre Erick y su amante. Solo quería desaparecer. Así que decidió buscar a Sindy para huir de allí, pero mientras caminaba por el pasillo de los cuartos, oyó una conversación entre Erick y su madre. –No deberías haber invitado a Lorena– dijo Erick. –¿Por qué? Ella ahora es de la familia, es la madre de mi nieto. Cuando me la presentaste como tu novia, supe que ella sí era la mujer indicada para ti, y no esa niña mimada de los Morgan– Serena se apoyó en la pared, llevando una mano al pecho. ¿Entonces Erick ya había presentado a Lorena como su novia? ¿Cuánto tiempo llevaban ellos burlándose de ella a sus espaldas? –Pero mamá, Serena…– –Tu padre me dijo que está haciendo unos negocios que podrían ayudarnos a pagar la deuda con ellos por completo. Así que vamos a pagar todo lo que debemos a los Morgan, y ya no tendrás que soportar a esa pesada; podrás divorciarte de ella y formar tu linda familia, mi bebé– –¿Negocios? ¿Qué negocios? Hace poco me dijo que estaba perdiéndolo todo otra vez– –Cariño, no te preocupes por eso. Tú solo debes ocuparte de tu carrera y de la madre de tu hijo. Y aunque los negocios de tu padre no funcionen, solo tendrás que aguantar un poco más a la fastidiosa Serena hasta que todo se estabilice. Mientras estés a su lado, no faltará nada para ti, para Lorena y para tu hijo. Sé un poco paciente, ¿sí?– Serena no pudo escuchar más. Se alejó rápidamente. Erick oyó pasos en el pasillo y salió a mirar, pero solo vio una silueta doblando en la entrada. ¿Sería Serena? ¿Y aunque lo fuera? ¿Qué diferencia hacía? No habían dicho nada que ella no supiera. Serena caminaba por el jardín, rumbo a la salida, intentando a toda costa contener sus lágrimas y el dolor que comprimía su pecho. Entonces para ellos ella no era más que una idiota útil a la que podían usar para resolver sus problemas financieros. ¿Y todavía pretendían usarla para que mantuviera a la amante y al hijo bastardo? No podía creer que aquel niño por el que había estado enamorada toda su vida se hubiera convertido en ese tipo de hombre. O quizá siempre lo había sido, pero ella estaba demasiado ciega para verlo. Pero ya no permitiría que la siguieran usando. A partir de ese día, comenzaría a devolver una por una todas las humillaciones que había sufrido en esos tres años. Se aseguraría de que él y toda su familia de ingratos pagaran.






