CAPÍTULO 5: Fuera de control

Sindy entró en el club y rápidamente buscó a Serena con la mirada, encontrándola sentada en un sofá.

–Serena, ¿qué haces aquí? Corrí como loca cuando recibí tu mensaje. ¿Desde cuándo frecuentas lugares así? ¿Y cómo lograste entrar? Es súper difícil entrar a este club, necesitas tener una tarjeta VIP de cliente–

Serena dejó de girar su copa de cóctel y miró a la más joven con los ojos vidriosos.

–¿Sabías? ¿Sabías que tu hermano presentó a su amante como su novia ante tus padres?–

–¿Qué?– preguntó sorprendida. –¡Claro que no! Sabes que vivo en el apartamento de Steve. ¿Cómo tuvo el descaro de hacer eso? Amiga, te digo, debes dejarlo de una vez, y que mi familia se las arregle pagando esa deuda–

–Lo voy a hacer, me voy a divorciar de él, pero antes voy a devolverle todo lo que me hizo, y ya sé por dónde empezar– dijo decidida.

–¿Devolverle todo? ¿De qué hablas?– preguntó confusa.

–¿Él no tiene amante? Entonces yo también tendré una, tendré un amante y se lo mostraré para que todos vean que el increíble y codiciado actor Erick Strom no puede satisfacer a su mujer– dijo con la voz cargada de alcohol.

–¿Qué? No digas tonterías, tú no eres así, no puedes rebajarte a su nivel. Uf, creo que ya has bebido demasiado, mejor nos vamos a casa–

–No, no voy, no voy a volver a ese apartamento y esperar por él. Hoy él es quien me va a esperar mientras yo paso la noche con otro hombre–

–Cielos, Serena, deja de decir esas cosas y vámonos– dijo mirando alrededor, agradecida por la música alta que impedía que alguien escuchara esos disparates. Nunca la había visto borracha, ¿entonces Serena era ese tipo de borracha escandalosa?

–¡No! Ya dije que no voy. Durante toda mi vida me guardé para ese maldito hijo de puta, soñé con mi primera vez “mágica” con él como una tonta, esperando el día en que él entraría a mi habitación y me tomaría como su mujer, y mientras tanto, él estaba ahí con esa modelo barata, haciendo un bebé con ella– Las lágrimas comenzaron a asomar de nuevo en sus ojos al pronunciar esas palabras, acompañadas de imágenes que la atormentaban.

–Pero ya no voy a esperarlo más, si él no me quiere como mujer, seguro que alguien más sí, y voy a acostarme con el primer hombre que se cruce frente a mí. Si él no quiso hacerme su mujer, habrá quien sí quiera–

–¡Serena!– llamó Sindy al ver que la otra empezaba a caminar hacia la multitud, pero después de unos pasos, se detuvo al chocar con alguien.

Serena puso la mano en su frente por el impacto y levantó la cabeza para ver el rostro de la persona, pero al ser muy alto, se inclinó hacia atrás y casi cae, pero el hombre la sostuvo con una mano en la espalda.

–¡Serena! Perdón, está un poco… borracha– dijo Sindy acercándose y miró al hombre, congelándose al instante al reconocerlo.

Todas esas tatuajes en sus brazos expuestos por la camisa negra remangada, ese cuerpo musculoso que rozaba los dos metros, esos ojos negros penetrantes, el aura que lo rodeaba, todo en él gritaba PELIGRO.

–D-disculpe– dijo bajando la mirada.

Serena miró al hombre que la observaba fijamente, y agarró el cuello de su camisa con ambas manos.

–Oye, ¿quieres acostarte conmigo?– preguntó Serena, y el alma de Sindy casi abandonó su cuerpo.

–¡Serena!– Sindy intentó alcanzar el brazo de Serena, pero el hombre acercó a Serena hacia su cuerpo, alejándola de Sindy, y le lanzó una mirada de advertencia.

–S-senor, con permiso, mi amiga está borracha y fuera de sí, por favor déjeme llevarla a casa–

–No quiero ir a casa y ver la cara de tu estúpido hermano. Esta noche, quien dormirá solo en ese apartamento vacío será él– dijo Serena, prácticamente pegada al cuerpo del desconocido como si no quisiera soltarlo.

–Deja de decir tonterías, si no quieres ir a casa, vamos a un hotel– Sindy sujetó la muñeca de Serena.

–¡Suéltame!– dijo liberándose. –Ya dije que no voy, pasaré la noche con él–

Sindy miró de nuevo al hombre, que hasta ese momento había permanecido en silencio observando, pero su mano permanecía firme en la cintura de la morena, pegando sus cuerpos.

–Creo que tu amiga ya tomó una decisión– finalmente habló el hombre, dejando que su voz grave y escalofriante resonara.

–S-senor, por favor, sea racional. Claramente ella no está en su juicio perfecto. No puede tomar en serio lo que dice–

–Hay un dicho que dice: los borrachos no mienten. Supongo que lo que tu amiga dice es solo lo que siempre quiso decir, pero nunca tuvo valor–

–¡No diga tonterías!– Sindy se puso la mano en la boca para reprimirse. –S-senor, déjela ir, ¿cree correcto hacer esto con una mujer borracha? Ella no sabe lo que dice y…–

Sindy, al igual que el hombre, abrió los ojos al ver a Serena pasar su mano por el cuello del hombre inclinándolo y tomar sus labios en un beso con lengua, casi dominándolo.

El hombre, aún con los ojos abiertos, la miró por un momento sintiendo su corazón latir a un ritmo desconocido, y su mano que estaba en la cintura de ella descendió hasta sus glúteos, levantándola del suelo con un solo brazo, mientras comenzaba a caminar. La mujer lo besaba sosteniendo su rostro con ambas manos.

–¡Hey, para! ¿A dónde vas? ¡Señor!– Sindy lo siguió hasta la escalera que llevaba al piso VVIP, pero apenas subió el primer escalón, dos guardias bloquearon el camino.

–¡Déjenos pasar, brutos! ¡Él va a aprovecharse de una mujer borracha! ¡Esto es abuso!– gritaba Sindy, desesperada, mientras la música amortiguaba su voz. ¿De todas las personas con las que Serena podía toparse, tenía que ser justo aquel hombre?

Dominic Santana. El dueño de los clubes más lujosos y exclusivos de todos los estados. A simple vista parecía un empresario dueño de clubes, pero se rumoraba que era mucho más: un jefe del crimen organizado, ligado a la mafia y a delitos mayores. Conocía todos los secretos y debilidades de las personas más poderosas de la ciudad, y podía arruinarlas con solo un chasquido de dedos. Cuando se interesaba por una mujer, la hacía suya en menos de 24 horas. Nadie que se relacionara con él volvía a ser vista, nadie podía tocar lo que alguna vez le perteneció.

Sindy se desesperó aún más al ver a aquel hombre desaparecer con Serena en brazos. Nadie podía ayudarlas allí. Si llamaba a los hermanos de Serena, su hermano sería asesinado por dejarla ir sola. Solo había una persona que podía ayudarlas: Erick.

Mientras tanto…

Serena sintió su espalda apoyarse en algo suave mientras miraba el techo, y pronto vio ante su vista la imagen poco clara de un hombre, pero por lo que podía percibir, era masculino y de buena presencia física.

Su cuerpo se calentó nuevamente, como durante el beso, mientras su corazón aceleraba. Su mente estaba hecha un lío, pero aún tenía el mínimo control de lo que iba a hacer y no pensaba retroceder.

El hombre sujetó su pierna, quitándole el tacón, y besó suavemente su pie antes de mirar de nuevo a sus ojos. Acercó sus rostros, encontrándose en una intensa mirada, su pecho subía y bajaba con respiración irregular, sus labios húmedos y tentadores.

Serena vio esos ojos negros fijos en los suyos, llenos de deseo y hambre.

–Te daré una última oportunidad de echarte atrás, Serena. Si cruzas la línea, no me responsabilizaré por lo que venga–

El hombre sintió las manos finas de Serena en su cuello acercando su rostro, haciendo rozar sus narices.

–¿Acaso parezco arrepentida? Solo hazme tu mujer–

Dominic escuchó esas palabras como combustible para el deseo que había guardado por ella mucho tiempo, y de inmediato tomó sus labios en un beso urgente, cargado de pasión y emociones profundas.

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